Orange Bow Tie

lunes, 24 de agosto de 2015

Fantasías de una Eroticursi. Primera historia parte 2

Continuación... Enjoy!

-¡Ya llegó el capitán! -exclamó enérgicamente un joven al avistar los caballos de su líder y sus compañeros acercarse al punto de reunión.

Dicho eso, alrededor de 8 personas salieron del campamento y recibieron con gusto a sus semejantes.

-¿Cómo le fue, capitán? -preguntó uno de los hombres que salieron de la casa de campaña al más joven de los recién llegados.
-No conseguimos el dinero, pero trajimos alcohol y una esclava para vender.
-¡Eh, qué bien! Hay que celebrar por la victoria, capitán.
-Sí, dile a Dago y a los otros que te den el alcohol -dijo el joven mientras se bajaba del caballo y revelaba a una mujer que tenía la cabeza cubierta por una bolsa de tela.
-¡Ohh! ¿Es la esclava?
-Sí.
- ¡Qué buenos genes! ¡Una ricura ese cuerpo! ¿Cuánto me cobra por tirármela?
-No vamos a usarla nosotros, sino no podremos venderla a buen precio.
-Oh, entendido capitán -dijo el hombrecillo, decepcionado.

Aquél joven al que todos llamaban capitán portaba el nombre de Fabián, y era el segundo hombre más joven del grupo, sin embargo, era el más inteligente, hábil y frívolo de todos, lo que lo hacía ser un líder excepcional para aquél grupo de bandidos que se hacían llamar "Los demonios negros".

Fabián condujo a la mujer de rostro cubierto hasta su casa de acampar, la arrojó sobre una de las cobijas que estaban en el suelo y le amarró los tobillos para que no se moviera de su lugar. Después de ello salió de la casa de acampar y se dispuso a tomar con sus subordinados.

Dos horas pasaron desde que comenzaron a tomar y los bandidos estaban tan ebrios que las palabras no les salían como querían. "Creo que ya estoy muy ebrio" pensó Fabián y se dirigió tambaleante hasta la casa de acampar que había dejado olvidada.

Cuando entró y se tiró como bulto sobre las cobijas, su rostro tocó algo suave y cálido. "¿Qué es esto? Es... muy suave, como una almohada"; Fabián comenzó a apretar levemente el objeto desconocido, pero sin llegar a una conclusión de lo que podría ser. "Oh, hay algo un poco más duro aquí... como un pivote" pensó y pellizcó con fuerza la parte más sólida del objeto desconocido...

-¡¡¡¡MMMMMPHHHH MMOOOOOPPPPHHHH MMMMMMMPPPPPHHHHHH!!!!!

-¿¡QUÉ MIERDA!? -gritó Fabián, sorprendido.

En ese momento recordó lo que era ese objeto suave: eran los senos de la mujer a la que había secuestrado horas antes, la cual estaba ahora retorciéndose bruscamente.

-Olvidaba que estabas aquí -comenzó Fabián, frotándose la cabeza -Lo siento preciosa, no sabía que eran tus tetas. Están muy suaves, por cierto -concluyó cínicamente.

-¡¡MMMMPHHH MMMMM MMMMMPPPHHH!!
-Ya no te agites, fue un error. Ando muy ebrio -trató de decir Fabián para calmarla.
-¡Mmmmphhh! ¡Mmmmphhh! -trató de decir la mujer, fallidamente.
-¿Quieres que te quite eso? -preguntó Fabián.
-Mhm Mhm -asintió la joven.

Fabián removió la bolsa de tela y su mordaza, la cual estaba empapada de saliva.

-¡Bleh! ¡¿Tenías que dejarme eso puesto?! Me estaba ahogando.
-¿Lo siento?
-Arrghh qué horrible sabor ¿Dónde metiste ese trapo? ¿Tenías que meterlo en mi boca? ¡Apestas a alcohol! ¿Por qué todos los hombres tienen que ser unos ebrios? Ugh qué incómodo, quitame las cuerdas también ¿sí?
-¿Puedes dejar de quejarte? Quiero dormir.
-¡Pues quítame esto!
-Si no te callas, volveré a meter eso en tu boca.
-¡No seas así! Realmente es incómodo estar así.
-Te lo advierto, mujer. No me provoques.
-Pero...

La mujer le estaba colmando la paciencia a Fabián, de hecho ya estaba en su límite. Sosteniendo una navaja contra el cuello de la mujer, dijo las siguientes palabras:

-Mira maldita perra, si no dejas de ladrar, me encargaré de que las únicas cuerdas que sean removidas de tu cuerpo con esta navaja sean las bucales y ten por seguro que dejará una cicatriz muy hermosa en tu garganta. Es más, teme por tu vida -advirtió muy claramente Fabián antes de darle la espalda a ella y retirar la navaja de su cuello.

La mujer, aterrada, guardó silencio y también le dio la espalda, tratando de recobrar el sueño.

A la mañana siguiente, los rayos del sol iluminaban el campamento de los bandidos y despertaban a aquellos hombres que ahora sufrían de una cruda mortal: Fabián, entre ellos.

Al abrir sus ojos, percibió que los rayos del sol le molestaban más que de costumbre, tenía el cuerpo todavía entumido por el alcohol y la cabeza le dolía como si se la hubieran golpeado repetidamente con una tabla. Su boca todavía sabía a alcohol y eso le provocaba náuseas. "¿Cuánto tiempo tenía que no tomaba así...?" pensó, al mismo tiempo que miraba a un lado suyo; la mujer estaba dormida y tenía los ojos hinchados. "Debe haber llorado mucho anoche... Pero negocio es negocio" lamentó en su mente, al tiempo que levantaba su pesado cuerpo.

El amanecer era tan brillante que los ojos lastimaba, pero Fabián no podía darse el lujo de descansar a pesar de estar completamente crudo.

Al salir de su casa de acampar, se encontró con uno de sus subordinados, el cual estaba encargado de levantar a los demás y comenzó una charla con él.

-¡B-buenos días capitán! -exclamó el subordinado.
-Buenos días Goliath ¿Noticias de los demás?
-Casi todos se sienten mal ¿Quiere que los levante?
-Sólo necesito a Dago y a Bernie para planear nuestros siguientes movimientos.
-¡Sí, señor!
-Oh, y dile a Kiki que necesito una de esas pociones que hace para la cruda, me siento exhausto.
-¡Entendido!
-También dile a Mago que necesito que me consiga una información y que se reporte conmigo cuanto antes.
-¡Como usted diga!
-Ah, por cierto, dile a Checo que ayer a Nico se le rompió su espada, para que la repare.
-¿Algo más, señor?
-No, sólo eso. Regresaré a mi casa de campaña a dormir más.
-¡Por supuesto, descanse!

El capitán se había retirado, pero Goliath seguía sin procesar todo lo que se le había ordenado, es más, él podía jurar que el capitán seguía bastante ebrio.



-ChicaErotiCursi*

domingo, 23 de agosto de 2015

Fantasías de una Eroticursi. Primera historia parte 1

Hola de nuevo, ChicaErotiCursi desu~ *tono de Juuzo [TG]*. El día de hoy voy a escribirles una de mis tantas fantasías y para ello utilizaré a mis dos personajes favoritos ¿Adivinad quienes? -Fabián y Patricia- ¡Bingo! ellos dos. Creo que es con la pareja que más fantaseo, incluso en eventos atemporales y alternos jejeje son mis conejillos de indias nya~. Sin más que decir, enjoy!

Érase una vez en una ciudad conocida alrededor del siglo XV, una familia de jovencitas con una belleza exótica para los demás habitantes pues, comparadas con rasgos comunes como cabellos castaños, ojos a la par y piel oscurecida por el sol, las cinco damas tenían una apariencia que dejaba boquiabierto a cualquiera que las viere. Con sus cabellos dorados y ojos azules como el cielo, su apariencia resaltaba por sobre del promedio. A pesar de todo, aunque las cinco mujeres juntas eran hermosas como un campo lleno de flores en primavera, entre las cinco había una que resaltaba más que las demás, y esa era la quinta hija. La diferencia entre ella y sus hermanas era muy simple, lo cual era el largo de su hermoso cabello rubio, el cual acicalaba todos los días, la piel de porcelana que se había ganado por no asolearse y su cuerpo esbelto y exageradamente voluptuoso que sólo ella había heredado de su madre. Su nombre era Patricia y era la quinta hija del dueño de la cantina más grande y famosa de la ciudad.

-¡Patricia! lleva estas cervezas a la mesa de don Cortés -exclamó Mari, la segunda hermana, desde la barra.
-¡Ya voy Mari! -respondió Patricia desde una de las mesas que se encontraban cerca de la entrada, donde estaba recibiendo un pedido de cervezas.
-¡Apúrate idiota! -insultó Mari, como acostumbraba hacerlo.

Patricia era, cómo decirlo... la más pequeña y la más envidiada de las cinco. El trato que siempre había recibido por parte de sus hermanas era muy hostil, puesto que además de ser la más hermosa, era la favorita del padre.

-Aquí tienen sus cervezas, siento la tardanza -expresó Patricia un poco agitada de correr por toda la cantina sin parar.
-No te preocupes de eso pequeña, sé que tu padre está de viaje con tu hermana mayor y este lugar es un caos cuando no están, jojojo~ -expresó el hombre de avanzada edad que levantaba la cerveza de la mesa y le daba un enorme trago.

Patricia no hizo más que sonreír y seguir con su trabajo.

Aquél día parecía un día igual a los demás que habían pasado y que irían a seguirle, nada había ido diferente a no ser por lo que nadie sabía que se avecinaba.

La noche de ese día cayó y la hora de cerrar estaba a la vuelta de la esquina. Las mesas ya estaban limpias a no ser por dos clientes que estaban más que ebrios y a punto de quedarse dormidos en la mesa.

-¡Oye idiota, es hora de que les digas que se larguen! -expresó de forma grosera Mari.
-Pero ya están dormidos y no puedo cargarlos sol...-comenzó Patricia, pero fue interrumpida.
-¿Y eso qué? No es como si te faltaran brazos, pequeña inútil -dijo Sofía, la tercera hermana, masajeando sus pies y quitándose la mugre entre los dedos.
-Sí pero... -susurró Patricia, pero mejor decidió intentar sacar a los dos señores que ya estaban hasta babeando.

Milagrosamente, Patricia logró despertar a uno de los hombre, el cual le ayudó a llevarse al otro. A unas cuantas cuadras lejos de la cantina, Patricia dejó a los dos hombres tambaleantes a su suerte y se dispuso a regresar con sus hermanas.

En el oscuro y silencioso camino de regreso, Patricia comenzó a sentir escalofríos. El barrio, a pesar de ser un lugar concurrido en el día, por las noches se volvía solitario y peligroso, y más para una de las hijas del dueño de la cantina. A pesar de que más de la mitad de la ciudad conocía al dueño de la cantina y respetaba por sobre de todo a sus preciadas hijas, siempre podía existir una excepción, tal como la de esa noche.

Patricia caminó a prisa para llegar pronto a la cantina, pero el camino más que acortarse, se alargaba conforme pasaban los segundos. "¿Cómo es que estoy tan asustada? No es como si me estuvieran siguiendo" pensó ella, tratando de calmar sus nervios, pero cuando apenas comenzaba a relajarse, escuchó unos pasos en dirección de un viejo callejón a tan solo tres cuadras de la cantina. "¿Sería mejor si corro? Ya casi llego y no quiero averiguar de quién son los pasos" se dijo a sí misma sin siquiera voltear hacia el callejón. Antes de que pudiera intentar algo, pudo escuchar que los pasos se hacían más rápidos y ruidosos. Sí, la otra persona había acelerado el paso.

Envuelta en terror, Patricia no lo pensó dos veces y se echó a correr como si no hubiera mañana. La luz de la cantina tan cerca pero tan lejos, iluminó por fin los ojos de Patricia y lo que parecía ser un alivio para ella, resultó ser peor que el terror que había experimentado segundos antes.

El panorama en aquél momento no era el que Patricia alguna vez hubiera creído que pudiese ocurrir fuera de los libros y menos a su familia: lo que vio fue a su hermana Mari sosteniendo un cuchillo enorme de cocina con ambas manos y detrás de ella a sus hermanas Sofía y Guille (cuarta hermana). Además de ellas, ocho bandidos se encontraban blandiendo sus espadas, preparados para asaltar el lugar.

-¡Patricia, corre y trae ayuda! -exclamó Mari.
-¡Pe-pero...!
-¡CORRE!

Patricia giró su cuerpo para correr y buscar ayuda pero se estrelló contra una persona que se encontraba justo detrás de ella: era uno de los bandidos. A simple vista era sólo un apuesto joven de cabello negro y ojos de un color castaño rojizo, el cual no era mucho más alto que ella ni tampoco fornido como los otros bandidos. Podía pasar como cualquiera e incluso como una buena persona, pero lo que hizo que Patricia se intimidara fue la sonrisa retorcida que hizo al verla y el stiletto que sostenía en una de sus manos.

-Oh ¿Qué tenemos aquí? ¿De dónde salió una gatita tan rica como esta? -expresó vulgarmente el bandido joven.
-¡Y--y---yo---! -tartamudeó Patricia de la sorpresa, pero no pudo decir más e intentó evadir a aquél que se encontraba frente a ella.
-¿A dónde vas, gatita? Apenas va a empezar la fiesta -dijo el bandido y la agarró del cabello.

Patricia gritó fuertemente del dolor e intentó soltarse arañando la mano del bandido, pero él agarró ambas manos de ella y las sostuvo fuertemente a su espalda, luego le puso el stiletto en su cuello y le dijo lo siguiente:

-Si tratas de escapar o gritas, te rebano el cuello.

Patricia no tuvo más opción que quedarse quieta.

-Muy bien. Ahora ¿En qué estaban, muchachos? -preguntó el bandido joven a los otros bandidos.
-Estábamos a punto de quitarles el dinero a la fuerza hasta que llegó usted -dijo uno de los bandidos que sostenían espadas.
-¿Y? -contestó de forma arrogante el bandido joven.
-Mis más sinceras disculpas, señor. En seguida les quitamos todo.

Con eso dicho, los bandidos se acercaron con sonrisas retorcidas hacia las hermanas, que se encontraban aterradas junto a la caja donde tenían el dinero.

-Si no nos dan el dinero, las cortaremos en pedacitos.
-¡No les daremos nada, aléjense! -exclamó Mary, agitando el cuchillo con sus temblorosas manos.
-¡Dago! -interrumpió el bandido joven.
-¿Sí, señor? -respondió el bandido.
-Deja que yo arregle esto.
-¡Por supuesto! -dijo el bandido Dago.

Avanzando un par de metros hacia adelante, el bandido joven jaló consigo a Patricia y dijo lo siguiente:

-Miren chicas, hagamos un trato: Si nos dan el dinerito que tienen ahí, yo les entrego a la gatita ¿suena bien, no?
-¡No! Nunca haríamos un trato con ustedes -aclamó Mari.
-¿Ni siquiera por su vida? -apuntó el bandido joven.

Las hermanas se miraron entre ellas y Mari dudó de su anterior respuesta. Después de un par de minutos, Mari habló de nuevo.

-¿No hay otra forma de resolver las cosas?
-Entréganos el dinero, es fácil.
-¿Cómo sé que no vas a secuestrar a mi hermana una vez que te demos el dinero?
-¿Secuestrar? ¡Pero qué buena idea! No lo había pensado así pero, viéndolo bien, esta hermana suya tiene unos atributos muy buenos que me podrían servir para muchos propósitos -dijo el bandido y con la mano que sostenía el stiletto frotó los senos de Patricia.
-Oh, ups...
-Aún así prefiero el dinero. ¿Lo van a soltar o no?
-Quédate con mi hermana.
-¿¡Qué!? -gritaron las dos hermanas detrás de Mari.
-Sin este dinero, el negocio se irá a la quiebra y... mi padre nos tiene a nosotras, Patricia es dispensable -dijo Mari a sus hermanas inconformes.
-Oh, ese es un giro inesperado en los eventos. Está bien, me quedaré con la gatita.
-¿Qué? ¿¡Pero que voto doy yo aquí!? -reclamó Patricia, pero nadie respondió.
-Pe--pero jefe... -dijo Dago, dudando un poco de la decisión que tomó el bandido joven.
-También denme el alcohol -añadió el bandido joven.
-¿Qué? ¿No es suficiente ella? -reclamó Mari.
-¿O acaso quieres que nos las llevemos a ustedes también? Ese cuchillo de cocina no va a servir contra nuestras espadas.
-¡Pero vivimos de esto!
-¿Y a mí qué me importa? Estoy siendo condescendiente.
-Está bien, tomen el alcohol de la parte de atrás -señaló Mari y soltó un suspiro.

Los hombres comenzaron a invadir el lugar y a tomar todo el alcohol que encontraban, el cual era poco pues lo demás ya se había vendido. Patricia no podía creer lo que sus ojos veían: el lugar era asaltado, sus hermanas lo permitían y, por supuesto, ella iba a ser básicamente abandonada por su familia.

-¡Mari, no puedes hacerme esto! -exclamó Patricia temblando.

Mari no respondió, sólo miraba al suelo mientras empuñaba el cuchillo.

-¿Soy tan poco para ti? ¿Tanto me odiabas que me has vendido a unos bandidos?

Sin respuesta. Las otras dos hermanas, sin embargo, lloraban detrás de su hermana mayor.

-Patty, lo sentimos mucho pero creemos que Mari tiene razón.

El corazón de Patricia estaba hecho pedazos y las lágrimas amargas que brotaban de sus ojos eran la viva evidencia.

-Vámonos muchachos -dijo el bandido joven una vez que habían saqueado la cantina y jaló consigo a Patricia hacia la puerta.

-¿Tanto... tanto me odiaban...? -dijo por última vez Patricia antes de que el bandido y ella salieran de la cantina.

Patricia estaba conmocionada acerca de lo que le estaba sucediendo, sus hermanas la habían abandonado y ahora estaba siendo arrastrada a un lugar desconocido junto con unos bandidos sin saber el destino que le deparaba. En el mejor de los casos, sería vendida como sirvienta a un hombre rico, pero eso sólo era un sueño: ella sabía que no iba a ser más que un juguete sexual para los bandidos y para su próximo "dueño".

Cuando llegaron a donde los caballos de los bandidos estaban, el bandido joven sacó una cuerda de una bolsa que colgaba de uno de los caballos y con ella comenzó a amarrar sus manos y rodillas. Luego sacó dos pañuelos de la misma bolsa: uno lo metió en la boca de ella y el otro lo ató alrededor de su cabeza para asegurar que el primer pañuelo se quedara adentro de su boca. Patricia no se resistió, lo único que quería en ese momento era sólo llorar y lamentarse. Por último, antes de meter la cabeza de ella en una bolsa de tela para prevenirla de mirar, dijo lo siguiente:

-No sé si suene bien de mi parte decir esto pero, siento lo de tus hermanas -dijo el bandido joven, mirándose un poco arrepentido.

Patricia miró al bandido y se remitió a soltar más lágrimas.



-ChicaErotiCursi*




lunes, 20 de julio de 2015

Te Confieso ~Durante el antes~ "Besos de cajón"

Un fragmento de los pensamientos de Patricia una vez pasados unos años de que no se encontraba con Fabián. Enjoy.

¿Cuántos días he pasado así? Guardando mis sentimientos para aquél que ya perdí. Dos años... ¿tres? La cuenta es infinita y el tiempo no se detiene para una persona como yo, que se encuentra acostada en cama pasadas las tres de la tarde.

¿Quién soy yo? Sigo siendo Patricia... o lo que queda de ella. Con la despedida él se llevó una parte de mí y todo este tiempo he sentido como si algo me faltara, como si nada de esto fuera real... ¿Será que lo que está sucediendo en este momento es un simple sueño o, en realidad el sueño fue lo que viví con él?

¿Cómo es que antes viví así? Dieciséis años de mi vida sin conocerlo y cuando lo hago, nada es igual después de él. La presencia suya en mi mente no es suficiente y es impotencia lo que siento al ver que no puedo alcanzarlo.

¿Dónde está? Dónde... a diario me pregunto eso, pensando y esperando a que un día al girar en la esquina pueda tropezar con él y al mirarle a los ojos decirle "al fin te encuentro". Nadie que yo conozca sabe su paradero y he perdido contacto con sus conocidos cercanos. Sólo yo me preocupo por él tanto como si mi vida dependiese de ello.

¿Cuántas veces he soñado con verlo una vez más? Recurrentes y atemporales, los sueños me muestran lo que quiero ver, pero el anhelo de aquéllo sólo hace que mi corazón se haga pedazos. En algunos lo veo desde lejos y corro hacia él, en otros logro hablar con él y en otras ocasiones, le hago el amor.

¿Qué haré con los besos que alguna vez tuve para dar? Los he guardado en un cajón sólo para él, para el día en que él regrese de su viaje sin retorno. ¿Serán suficientes? No lo sé, pero cada vez que pienso en él guardo uno en el buró de mi habitación.



-ChicaErotiCursi*

Lo hice.

Lo hice, lo hice, lo hice... ¡LO HICE! Envié aquella carta que me aterrorizaba mandar. Ahora es cuestión de que la lea, la lea, la lea... Y Tengo miedo, pánico, terror. Estoy insegura, no quiero que la lea, por favor espero que nunca la lea, espero que no la abra y que no vea su contenido. Estoy enteramente arrepentida, ya no quiero mandarla, ya no. Quiero regresar en el tiempo, quiero que los pensamientos que tuve hace unos minutos se borren e irme a dormir como osito. Por favor, que no la vea, que se traspapele, que la ignore... QUIERO QUE LA IGNORE POR FAVOR dime que ya no más, por favor. Ni siquiera sé por qué lo hice, no quiero verlo, no quiero saber lo que hice... no quiero.

Si Dios existe hará lo que mi razón pide y no lo que el sentimiento, hará lo que mi cerebro y no el corazón. Por favor, dime que no la leerá. Al menos hoy dormiré tranquila, no la leerá. Oh no, por favor no. Quiero dormir tranquila por favor.

¿Qué es lo que sucedió? Le escribí algo a aquél... a... la persona a la que llamamos Fabián. Le mandé una carta de disculpa, una...

Lo que acaban de leer es algo que escribí el día que le mandé una carta a aquél al que llamamos Fabián disculpándome acerca de ser una enamorada-obsesiva por él a pesar de que siempre intenté ocultarlo. En fin, la leyó y le valió un higo, sólo me dijo "está padre" y ya ... ... ... osea qué original.

-ChicaErotiCursi*

martes, 17 de marzo de 2015

La chica que le enseñó a ser feliz. Capítulo 1

Hola hola, buenas! Hoy les traigo el comienzo de una historia que había comenzado a escribir hace casi diez años y comenzó increíblemente como un fanfic de Shaman King. En realidad era la historia de Lyserg Diethel pero con tema romántico y luego terminó cobrando vida propia y creó a sus propios personajes. Ahora, como perdí todo lo relacionado a la historia vieja, me he dado a la tarea de empezar desde cero pero con el mismo concepto que tenía desde hace casi nueve u ocho años. El título completo de esta obra es "El chico de ojos tristes y la chica alegre que le enseñó a ser feliz" Enjoy!


“The sad eyed boy and 

the cheering up girl 
who taught him 
how to be happy”

Capítulo 1: El primer lunes sin ellos. 

Una fría mañana como todas las demás del mes de noviembre, Caleb observaba un espejo ligeramente sucio en el que no se reflejaba él mismo. Una mancha borrosa se aparecía encima de lo que él llamaba rostro y al poner las manos extendidas frente a aquél objeto, los dedos que debían reflejarse se movían de manera que parecían espirales dando vueltas y lo mareaban hasta un punto en el que no podía retener las ganas de vomitar.

Centrando su mirada en el contorno del espejo del elegante pasillo de su casa, su mente divagaba y se perdía entre los detalles de aquél barniz que se empezaba a decolorar “¿será por la humedad?” se preguntó a sí mismo “¿Qué hora será?” se cuestionó después y, aunque no miró el reloj, la respuesta vino por sí sola.

-Joven amo –escuchó a su lateral derecho, era el mayordomo –es hora de desayunar.

Con que esa es la hora… A pesar de que sigo nauseabundo, tengo que hacerlo” pensó.

Sus pesados pies se arrastraron hasta la espaciosa habitación iluminada por un bello candelabro de cristal, el cual a la par era acompañado por una gran alacena repleta de platos decorativos con ilustraciones de varios lugares del mundo, copas y tazas de todos los tipos. En el centro de la habitación, se encontraba un enorme comedor de roble con un jarrón colmado de flores y un solitario plato adornado con un exquisito desayuno que le esperaba soltando un poco de vapor. El fuerte aroma a roble de los muebles, el ligero y dulce aroma de las flores combinados con el de aquél que era su desayuno, le hacían sentir un poco nostálgico y a su mente vino una imagen cotidiana que tenía con sus padres:

“¡Qué delicioso aroma! Creo que hoy desayunaremos omelette con espinacas y champiñones, ya lo puedo saborear” decía el padre, olfateando y adivinando qué es lo que iba a deleitar su paladar.

“¿Tú crees papá? Yo creo que huele más como a huevos revueltos” contestaba Caleb ante la afirmación.

“¡Para ti siempre son huevos revueltos! tienes mucho que aprender, mi pequeño Calígula”

“Caleb, papá. Mi nombre es Caleb” reprochaba con las mejillas infladas.

“Pero Calígula te sienta mejor, es más refrescante” contestaba su padre entre carcajadas.

“Ya te escuché, Germán. Deja de cambiarle el nombre al niño” se escuchaba a su madre decir desde atrás de ambos.

“Vale, le dejaremos Calimba”

“¡Caleb, papá!”

“¡Germán!”

Y así, el pequeño recuerdo se desvanecía mientras Caleb se sentaba en la mesa a observar con la mirada apagada el desayuno de hoy. “Huevos revueltos y tocino, ¿hm? Hoy no adivinaste, papá” pensó por última vez antes de comer con desgano aquél desayuno.

-Lo estaré esperando en el automóvil, joven amo- dijo el mayordomo una vez que Caleb había terminado de lavarse sus dientes. Sin decir una sola palabra, hizo un ademán y caminó a la par del señor de edad madura.

Caleb obedientemente se subió al MKZ color plata que se encontraba en el frente de la elegante residencia y se cuajó en el mueble de piel color negro.

-Mire eso joven amo, la señora Morgan ya puso en venta su casa- expresó sorprendido el mayordomo y Caleb miró la casa vecina, encontrándose con un letrero de “se vende” colgado llamativa y cuidadosamente al frente del bello hogar.

Al menos esa anciana ya no se quejará de que nuestro roble le da mucha sombra en invierno…” pensó y luego el automóvil avanzó.

Pasado un breve tiempo, su cuerpo se encontraba frente al portón de su escuela, el cual se encontraba (como de costumbre) atiborrado de adolescentes entre los 12 y 18 años; la mayor parte, acompañados por sus padres. Atentamente desde el interior del automóvil y sin pestañear, observó cómo cada amoroso padre abrazaba o besaba la mejilla de su hijo para despedirlo con cariño antes de entrar ya no están en primaria, mocosos mimados.

-Joven amo, es hora de que lo acompañe a la puerta- expresó el mayordomo una vez que había abierto la puerta.

-Yo puedo solo- dijo por primera vez en toda la mañana.

Con débil voluntad, caminó con la credencial de la escuela en mano hacia la puerta e inmediatamente pasó al supervisor sin decir el acostumbrado “buenos días” acompañado de una sonrisa cándida. El supervisor no se extrañó demasiado, todos sabían lo que había ocurrido.

El camino a su salón de clases fue relativamente suave, gris e indiferente ese día, recibió algunas miradas de gente incluso desconocida, pero los había pasado como si no existiesen; lo difícil apenas se avecinaba. Poco a poco, pasando los salones de tercero y segundo, finalmente llegó a la puerta del que marcaba “1° A” y soltó un pequeño suspiro. Desde unos metros afuera, se podía escuchar el enorme revuelto cotidiano que hacían sus escandalosos compañeros pero, al adentrarse en el ruidoso salón de clases que le pertenecía, las voces se silenciaron y los ojos de todos le miraron con una lástima indescriptible. "Qué asco".

-¡Hola Caleb!- se escuchó y resonó como eco en el ahora quieto y silencioso salón de clases.

-Hola Paul- contestó Caleb un poco sombrío, sin siquiera mirar a su mejor amigo.

Después del pobre intercambio de saludos, los susurros de sus compañeros de clase comenzaron a contaminar el ambiente, provocando un sentimiento más nauseabundo que el del incómodo silencio que antes se había creado. "No pueden ser más hipócritas, malditas sanguijuelas".

-No les hagas caso- expresó Paul tratando de apoyar a su amigo.

-No lo hago, sería patético si fuese así- contestó Caleb con tono firme y mirada perdida.

-Em, sí…- contestó dubitativo Paul ante el tajante comentario de Caleb.

Un silencio incómodo circundó a los dos por un par de minutos antes de que se les uniera una persona más.

-Hola Caleb, escuché lo que sucedió. Siento mucho la pérdida –dijo una voz femenina que luego le regaló un abrazo con olor a mandarina- de verdad que lo siento, pues ya he estado en una situación similar. Sabes que puedes contar conmigo ¿vale?

-Gracias Frankie- contestó Caleb, cerrando los ojos fuertemente y tratando de no llorar.

-Bueno, vale ya fue mucho- dijo Paul ante la escena de interpretaciones variantes.

-Sí, tienes razón –contestó Frankie y luego se echó para atrás –mejor vamos a sentarnos Caleb.

-Mhm- afirmó sin más.

Caleb se sentó en su respectivo mesa-banco y poco después se vio rodeado de más personas que mostraron sus condolencias “hipócritas y sin vergüenza” mientras escuchaba a los frívolos compañeros que trataban de darle ánimos a medias. "Todos creen saberlo todo".

Las clases comenzaron y terminaron. En la semana, no ocurrió nada diferente de lo que sucedió aquél lunes.


-ChicaErotiCursi**

lunes, 16 de marzo de 2015

Lo que debimos haber dejado como lo que fue ~noches de inmadurez y alcohol~

Hola hola buenas noches, pequeños seres que visitan este humilde blog. Hoy, como en muchas de las ocasiones pasadas, me he atrevido a compartir una experiencia de tantas que he tenido y sigo teniendo a lo largo de mi vida (por algo "sucesos que me gusta recordar", éste es uno de ellos). El momento que describo en el presente fragmento fue algo que ocurrió hace mas o menos cuatro años, con mi "segundo novio". Como no hay nada más que decir, enjoy!

El grosor de sus labios era de competir, pero la textura era algo que nunca había probado. No era dulce como miel ni tampoco amargo como un limón, tampoco puedo decir que la primera probada fue del todo agradable. Era una especie de carne magra y seca que a pesar de no lucir apetitosa, te hacía sentir todo tipo de sensaciones en el cuerpo, pues sobre mis labios se movía de una manera excepcional. No fue el primero ni tampoco el último, pero fue el indicado para enseñarme lo que era verdaderamente placer. El placer de una primeriza que ya se suponía, había vivido antes. Con paciencia y un poco de tensión, seducía a mi cuerpo con sus besos y estimulaba el resto de mi cuerpo con sus manos. Era simplemente algo que nunca había experimentado. Me dejé llevar por el momento, no sabía si era por el alcohol en mis venas o por la soledad, pero puedo jurar que casi me meto a la cama con él. Sus ásperas y cálidas manos se movían alrededor de mi piel como serpientes rodeando un tronco y finalmente llegaron al punto en el que mi cuerpo quiso estallar. Gemí un poco, pero poco después callé mi estremecida voz con vergüenza. Maldita sea, qué buena noche. Por un instante, mis instintos casi me delatan, pero mi raciocinio alcanzó a detener mi caída en algo que obviamente era un error. Se terminó. Le dimos fin a esa sensación de una noche, que quise prolongarla a lo largo de un mes. Finalmente no funcionó, pues ninguno de los dos estaba preparado para lo que venía a continuación.


En ese entonces, yo ya estaba enamorada de ti.



-ChicaErotiCursi

sábado, 7 de marzo de 2015

Conversaciones nocturnas con Fabián. Parte 1

En ésta siguiente edición de "Sucesos que me gusta recordar" les entrego una inédita en bandeja de plata, pues, tengo este problemón enorme en el que me he metido y para acabarla de joder, no puedo hablar con el famosísimo con el que cometí el error. Es por eso que escribí esta conversación ficticia con él, usando los nombres de mis protas favoritos: Fabián y Patricia. Enjoy(?)
Buenas madrugadas queridos lectores, hoy les habla su protagonista favorita Patricia Torres para darles un informe a detalle de una conversación común y corriente con Fabián (bueno, tal vez no tan común y corriente...).

Patricia (P): Hola Fabián.
Fabián (F): Hola Patty.
P: ¿No es una sorpresa que nos encontremos en un momento como este?
F: ¿Por qué lo dices?
P: Pues, resulta que tengo una situación muy seria.
F: ¿Seria? ¿Podrías decirme de qué estás hablando?
P: Mira, para ser más sinceros e ir directito al grano, te haré una confesión.
F: ¿Confesión?
P: Sí, una confesión.
F: Suena importante. Venga, dime.
P: Creo… que me gustas.
F: ¿Qué?
P: Después de lo de anoche… ¡me gustas hombre!
F: No sé qué responder a eso Patty. ¿Sería una mentira decirte que me siento de igual manera contigo?
P: ¿Por qué sería una mentira?
F: Bueno, pues no estoy seguro de lo que siento todavía. Hasta ayer éramos amigos y ahora… tuvimos relaciones sexuales.
P: Sí, y como viles animales en celo. En realidad me quedé con ganas.
F: ¿Tú también?
P: Te diré.
F: Eso se puede solucionar, ja ja ja.
P: ¡No bromees!
F: ¡Lo digo en serio, Patty!
P: ¡Eso no lo dudo! Pero, estoy avergonzada. No creí poderte decir esto nunca a la cara.
F: Y bueno ¿Qué se supone que debo hacer con esto que me acabas de decir?
P: Técnicamente, haz lo que se te plazca, pequeño.
F: Pues no tengo idea de qué hacer. ¿Qué quieres hacer tú?
P: ¿Es que tengo que elegir yo?
F: Pues, tu eres la que comenzó esto en un principio.
P: Ah, ahora yo soy la responsable de todo el daño ¡Vaya, mira la hora que es! Me tengo que ir.
F: Ah mira, que conveniente es ese reloj de muñeca invisible.
P: Me dice la hora que quiero ver, es así como funciona. Es el reloj de más alta alcurnia y su precio es economiquísimo, te puedes olvidar de checar el celular, te puedes olvidar de los retardos y, por supuesto, puedes huir de situaciones incómodas como esta. Tienes la hora que quieras en la palma de tu mano, me forma más literal, en la muñeca.
F: ¿Enserio? Ya me estoy comprando uno, eh.
P: No lo pienses dos veces, je je. Pero no estamos aquí para hablar del reloj invisible, sino de nosotros ¿Verdad?
F: Estás en lo correcto. Continua.
P: ¿Qué diablos pensabas al tener sexo conmigo?
F: ¡Directa!
P: Es así como funciona. Contesta.
F: No lo sé, era obvio que querías tener relaciones sexuales conmigo. Meter a un chico a tu habitación y todo eso… hablarme de tu novio con lágrimas en los ojos. Algo tenía que hacerse.
P: ¿Tan simple como eso? Qué diablos…
F: Lo siento, hice mal.
P: No, está bien. Yo me lo busqué, como dices antes pero… ahora ya no sé qué hacer. Estoy en esta situación en que mañana veré a mi novio y mira ¿con qué diablos lo voy a encarar?
F: Con la misma cara con la que me veías al tener sexo.
P: Eso no me ayuda, baka* Fabián.
F: Pues es la verdad ¿Qué quieres que te diga? ¿Mentiras bonitas?
P: Me harían sentir menos mal.
F: Pero no es lo que se tiene que hacer, tú cometiste un error y tienes que enmendarlo con aquél que está involucrado.
P: ¿Y arriesgarme a que me entierre un cuchillo en el pecho? ¡Estás pero si bien mal!
F: Bueno, no vas a contarle todo, pero tienes que enfrentarlo.
P: Qué daño… qué difícil, maldita sea.
F: Además, no es como si yo no fuera a recibir parte del pastel asesino.
P: Eso sí, ya te veré escondiéndote como fugitivo de la ley.
F: Ja ja ja. Entonces ¿Qué harás?
P: Esconderme en un hoyo el resto de mi vida.
F: Eso está mal, tienes que ser sincera.
P: ¿Quién eres tú para darme lecciones de cómo hacer las cosas bien? Si tan solo hubieras hecho lo mismo que Aranda ese día… nada de esto estuviera pasando.
F: ¿Aranda?
P: No es importante ahora, simplemente fue una persona que se negó a hacer algo conmigo porque estaba ebria. Ahora lo comprendo todo, y le agradezco de corazón.
F: ¿Es así? Bueno, pues al menos aprendiste algo de esto.
P: Eso no quita que lo hicimos sin condón.
F: Ahí vas.
P: ¿Qué tal si salgo embarazada? ¡Tendré que abortarlo!
F: Peligroso.
P: ¿Qué más puedo hacer? No voy a tener un hijo tuyo.
F: Siempre podemos intentar hacer algo ¿No vas a terminar a tu novio?
P: ¿Del lado de quién estás?
F: Del mío, por supuesto.
P: No me estás ayudando.
F: Bueno, entonces ¿Qué quieres que diga?
P: Mentiras bonitas, pedazo de carne envuelto en piel.
F: ¡Agresiva! Desde ayer, decías puras incoherencias y además me insultabas. Nada linda.
P: Es mi forma de decir que me gustas, pero también de autosabotearme.
F: Qué manera más peligrosa.
P: Pues, es como soy. Una tsundere*.
F: ¿Qué es eso?
P: Algo que no importa. ¿Qué voy a hacer, Fabiáaaaan?
F: Pues ¿Qué quieres que te diga?
P: Nada, no lo sé, sólo se tú.
F: Pues es que yo tampoco sé qué deberías hacer. Es tu problema, no mío.
P: Te iba a preguntar que de qué lado estabas, pero recordé que estás del tuyo. No me ayudas, hombre. Hubiera mínimo tenido relaciones sexuales con uno de la fiesta.
F: No, porque pudiera haber sido peligroso.
P: ¿Peligroso? Tú eres el peligroso. Lo hicimos sin condón ¿Qué tal si salgo embarazada? Me besaste primero. Me tocaste… tú eres el culpable de todas mis desgracias, infame ser.
F: Patricia…
P: ¡Estoy avergonzada! Contigo, conmigo, con mi novio… Mejor me voy a suicidar.
F: No digas eso, por un motivo tan pequeño…
P: ¿Pequeño? Soy una pecadora. Es motivo suficiente. ¿Tendría derecho a decirlo si fuese un motivo más grande?
F: No, en ningún momento deberías pensar en hacer algo como eso, pero ¿Vas a hablar de pecados?
P: Sí, porque a pesar de haber perdido la religión, los pecados siguen existiendo, los introyectos y mi superyó castigador. Todo sigue ahí, atormentándome cada segundo que paso viva.
F: …
P: Estoy en lo más profundo del hoyo. Estoy muertísima. Estoy… asustada. Realmente estoy asustada, tengo miedo de mí, de él, de ti y de toda esta situación.
F: No te sientas asustada, estoy aquí.
P: ¿Cómo te atreves a decirme eso cuando sólo estás de tu propio lado? Estoy asustada a muerte, verdaderamente. Tanto que podría esconderme debajo de una mesa enrollada en una cobija temblando.
F: No estoy sólo de mi propio lado, pero no puedo estar involucrándome más contigo de lo que lo estoy haciendo ahora. ¿Ya perdonaste a tu novio?
P: Sí, eso es lo peor… y la que no tiene perdón soy yo.
F: …
...
...
P: Ahora sí ya me voy, y no fue el reloj invisible el que me lo dijo. Buenas noches, Fabián.
F: Buenas noches, Patty.


-ChicaErotiCursi*

sábado, 28 de febrero de 2015

Carta a Santa #3 (The last)

Buenas, estimados. Hoy les traigo esta carta que escribí a alguien muy especial, al famosísimo, al único e increíble hombre al que he llamado en mis fantasías "Fabián" pero que en realidad lleva como nombre real otro. Les dejo lo que he estado a un clic de mandarlo, pero que no lo he hecho por terror a cometer un error. Enjoy.

¿Por dónde se comienza una carta de este tipo? Realmente nunca he sabido. En la escuela nos enseñan un formato básico para escribir cartas y en una oficina te refuerzan esa conducta con los oficios que se dirigen a ciertas instituciones pero… no sé si sea adecuado en este tipo de situación tan vergonzosa ¿o sí? Bueno, comenzaré desde el principio, o eso creo. Tomaré como referencia un formato básico de oficio que tengo en el ordenador, por lo que creo que va a sonar un poco estrambótico. Aquí voy…

Tampico, Tamaulipas a 30 de enero de 2015

FABIÁN DAVID VELA
P R E S E N T E

La que suscribe, ChicaErotiCursi, redacta esta carta con motivo de pedir una gigántica y tardía disculpa, la cual es atribuida a una serie de actos cometidos en el pasado, los cuales serán mencionados a continuación.

Solicito de manera egoísta que me disculpes por, de cajón, haberte llamado tantas veces por teléfono en la madrugada; por haberte presionado a que me dijeras que si te gustaba o no; por haberte acosado durante años sin ninguna razón aparente; por haberte deseado el mal algunas otras veces; por enviarte textos largos con redacciones groseras; por ser egoísta e ignorar por completo tus pens­amientos y sentimientos; por mi falta de empatía; y, final pero no menos importante, por lo ridícula y joven que fui al haber cometido estúpidos errores que hay veces que no hubiese querido cometer, pero que sin embargo uno tiene que perpetrar para saber que está creciendo.

Mi vasta memoria no puede recordar por completo todas las cosas que pasaron en lo que llamamos “pasado”, pero te pido disculpas, si hay algo de lo que me perdí pero que tu si recuerdas, también me disculpo; si no recordabas nada de eso, lo mencionado antes. Para mí, el solo recordar me hace avergonzarme hasta un punto en el que quiero esconderme debajo de una piedra, sin exagerar.

Ahora, el motivo que me impulsó a escribir esto es algo de segundo plano pero que no dejaré sin mencionar.

Existe esta persona, que ya hace un tiempo me ha estado pretendiendo y, aunque la situación no es por comienzo ni desarrollo semejante a lo que pasó entre nosotros, lo que él hace es lamentablemente similar a lo que yo hacía en aquél tiempo. Cada vez que le veo me estoy viendo a mí misma, es absurdo ¡No sabía qué hacer con él! Pues con ésta sobre-empatía que sentía por él era, por mucho, dolorosa para mí. Hace poco le he dicho de frente y honesta que no podía estar con él y que fuese esperando que nuestra relación se siguiera desarrollando como amistad o que simplemente se compre un (nuevo) perro y me deje de hablar. Él entendió, a medias, pero lo entendió. No puedo estar segura de que él va a dejar de quererme, pero eso es asunto suyo, como lo que escribo en esta carta. Es asunto mío.

Te molesto con la presente por el hecho de que no puedo permitirme a mí misma dejar que este bello aflore de sentimientos vaya a (por lo pronto) la papelera de reciclaje sin haber llegado a su destino original.

Ahora, “leyendo mentes” como “pseudo-psicóloga” me atrevo a asegurar que te preguntarás “¿Por qué ahora?” y bueno, pues con todo lo que he aprendido durante la carrera, lo que seguiré aprendiendo conforme vaya avanzando en la vida y mi madurez, flexibilidad y apertura mental me permita, no puedo dejar pasar la oportunidad para cerrar uno de tantos círculos abiertos que tengo en mi vida.

Últimamente he cerrado muchos, eso es bueno (y no he necesitado “silla vacía” ¡Yay!). Es mejor hacer las cosas mientras puedes, por lo que elaboro esto mientras puedo, después de todo, no siempre es el momento ideal (uno tiene que crearlo ¿o no?).

Hoy creé mi momento idóneo, en el cual he decidido tragarme el miedo que tenía a comunicarme contigo después de que me dijeras que ya no lo hiciera y acabar con el enfermizo y obsesivo sentimiento que tenía dentro de mí.

Con la pena de terminar esta pequeña y resumida carta, me despido.

Fue un gusto haberte conocido y, a pesar de que dentro de mi mente suceden muchas cosas, sé que en la realidad suceden muchas otras incluso contrarias a mi propia percepción. De lo que recuerdo a lo que vivo, sólo puedo controlar el presente y es lo que me mantiene con vida y andando.

Espero con ansias el día en que podamos compartir una buena guama como cuates y tengas, de ahora en adelante y hasta siempre, días llenos de felicidad. Sigue creciendo como persona, así como yo lo haré.

Ánimo.

A T E N T A M E N T E

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ChicaErotiCursi. 

Pd. No puedo firmar esto porque es digital :’(

[No solicito respuesta alguna]



-ChicaErotiCursi*