Orange Bow Tie

miércoles, 11 de octubre de 2017

Cuenticos para pasar el fin. "La concubina vengativa" pt.1

Érase una vez, en un período de la historia en el que el compromiso entre la realeza era un evento sagrado que traía tanto acuerdo político como paz para las naciones, una mujer que había nacido de la segunda rama de la familia real, fue llamada: Iehen (del vasco: primero/a) en función de su posición como primera hija y única hija de su padre, el primo del rey.

Iehen, como lo decía no sólo su nombre, era siempre la número uno en todo lo que se le presentaba, siendo excelente en cada cosa que hiciese. Traída al mundo con características físicas muy peculiares y estéticas, también la hacía una mujer deseada por una cantidad incontable de hombres en el reino. Su cabello negro caoba y sus ojos profundos del mismo color acompañados de una bella escultura corporal; senos deseables, cintura pequeña y caderas dignas de traer a los hijos de un digno rey.

Astuta, bella y consentida, a la Iehen de dieciséis años que nunca se le había negado nada, finalmente le llegó la hora de elegir a su marido.

De entre cuarenta prospectos sólo uno le llamó la atención desde el primer vistazo que le dio: era Arnalt, el segundo príncipe de una tierra vecina. Cabellos rubios y facciones delicadas, pequeñas pecas que inundaban su atractivo rostro y el escultural cuerpo de un guerrero. A la hermosa y talentosa Iehen,  como parte de una familia real, no se le podía negar el matrimonio con el merecedor de su total interés.

Todo parecía ir viento en popa, sus padres ya habían hecho los arreglos del primer encuentro y solo restaba la aprobación de la otra parte para proceder a la pronta boda de su hija. Iehen se sentía afortunada, finalmente iba a encontrarse cara a cara con su futuro marido.

Prontamente llegó el día del encuentro y la joven Iehen ya se había puesto su mejor vestido de importación. Con el maquillaje más impecable y el peinado que más resaltaba el largo de su terso cabello, se presentó ante los reyes del reino vecino, el heredero a la corona y, por supuesto, el apuesto Arnalt. La cosa iba a ser meramente política y breve, pero algo llamó la atención de todos durante la comida: el príncipe Arnalt expresó su atracción indudable hacia la joven y su deseo encontrarse con ella con más frecuencia antes de la boda. Ambas partes accedieron, en los matrimonios arreglados era extraña tanta cooperación de los dos implicados.

El primer encuentro informal de Arnalt e Iehen fue en el teatro. Ambos como apreciadores del arte, se vieron sorprendidos de los conocimientos del otro y se encontraron con la sorpresa de no ser muy diferentes.

El segundo encuentro fue en un festival de comida y con gustos similares en su alimentación, su atracción no solo creció físicamente, sino sentimentalmente.

Para los siguientes encuentros, que cada vez se fueron haciendo más frecuentes, ambos estaban totalmente enamorados y finalmente la fecha del matrimonio fue establecida: iba a ser durante el solsticio de invierno de ese mismo año, para el cual solo faltaban un par de meses... meses en los que se desató una guerra contra otro continente.

El ataque sucedió de manera desprevenida y abrasante a los pueblos más cercanos al reino del padre de Arnalt. Tan pronta fue decisión de las tropas de atacar que no hubo tiempo de planeación y el heredero a la corona resultó herido de gravedad en batalla, resultando prematuramente en su muerte unos días después del ataque.

La familia real, tan destrozada ante el evento, cerraron sus puertas al exterior por un tiempo. Tiempo en el que Arnalt e Iehen no pudieron tener ni un solo contacto y por consiguiente, su matrimonio había de ser cancelado.

Pasó un año entero y por fin Iehen recibió una carta del príncipe Arnalt, que prematura y próximamente sería coronado como el rey, en la que se leía que no podría encontrarse más con ella, puesto que se había decidido que el matrimonio de él se llevaría a cabo con la hija del reino que los había atacado un año atrás. Iehen iracunda, quemó la carta justo después de leerla.

Decidida a exigir una explicación propia de la familia real vecina, Iehen se presentó en el castillo del reino vecino y pidió ver directamente al príncipe Arnalt. Al principio se le negó la entrada, pero el mismo Arnalt salió a recibirla: con un porte diferente y un rostro al que se le había arrebatado la personalidad, el próximo a ser rey invitó a Iehen a pasar al vestíbulo.

"Iehen..." suspiró Arnalt.
"Dime que esto es mentira Arnalt, por favor" imploró Iehen.
"No lo es, pero esta es una de tantas condiciones del otro reino. No hay nada más que pueda decirte." explicó Arnalt con la garganta hecha un nudo.

Iehen se echó a llorar, no podía hacer más. No sólo se le había rechazado el matrimonio con el príncipe Arnalt, sino que ella sentía que había perdido la razón de vivir.

Antes de la pronta retirada de Iehen del castillo, Arnalt le entregó un pequeño papel a Iehen en el que él le pedía un encuentro en cierto lugar secreto. Ese pequeño papel, era la esperanza de Iehen.

El momento del encuentro llegó y a Iehen se le hizo una propuesta un poco extraña: convertirse en una concubina.