Orange Bow Tie

martes, 17 de marzo de 2015

La chica que le enseñó a ser feliz. Capítulo 1

Hola hola, buenas! Hoy les traigo el comienzo de una historia que había comenzado a escribir hace casi diez años y comenzó increíblemente como un fanfic de Shaman King. En realidad era la historia de Lyserg Diethel pero con tema romántico y luego terminó cobrando vida propia y creó a sus propios personajes. Ahora, como perdí todo lo relacionado a la historia vieja, me he dado a la tarea de empezar desde cero pero con el mismo concepto que tenía desde hace casi nueve u ocho años. El título completo de esta obra es "El chico de ojos tristes y la chica alegre que le enseñó a ser feliz" Enjoy!


“The sad eyed boy and 

the cheering up girl 
who taught him 
how to be happy”

Capítulo 1: El primer lunes sin ellos. 

Una fría mañana como todas las demás del mes de noviembre, Caleb observaba un espejo ligeramente sucio en el que no se reflejaba él mismo. Una mancha borrosa se aparecía encima de lo que él llamaba rostro y al poner las manos extendidas frente a aquél objeto, los dedos que debían reflejarse se movían de manera que parecían espirales dando vueltas y lo mareaban hasta un punto en el que no podía retener las ganas de vomitar.

Centrando su mirada en el contorno del espejo del elegante pasillo de su casa, su mente divagaba y se perdía entre los detalles de aquél barniz que se empezaba a decolorar “¿será por la humedad?” se preguntó a sí mismo “¿Qué hora será?” se cuestionó después y, aunque no miró el reloj, la respuesta vino por sí sola.

-Joven amo –escuchó a su lateral derecho, era el mayordomo –es hora de desayunar.

Con que esa es la hora… A pesar de que sigo nauseabundo, tengo que hacerlo” pensó.

Sus pesados pies se arrastraron hasta la espaciosa habitación iluminada por un bello candelabro de cristal, el cual a la par era acompañado por una gran alacena repleta de platos decorativos con ilustraciones de varios lugares del mundo, copas y tazas de todos los tipos. En el centro de la habitación, se encontraba un enorme comedor de roble con un jarrón colmado de flores y un solitario plato adornado con un exquisito desayuno que le esperaba soltando un poco de vapor. El fuerte aroma a roble de los muebles, el ligero y dulce aroma de las flores combinados con el de aquél que era su desayuno, le hacían sentir un poco nostálgico y a su mente vino una imagen cotidiana que tenía con sus padres:

“¡Qué delicioso aroma! Creo que hoy desayunaremos omelette con espinacas y champiñones, ya lo puedo saborear” decía el padre, olfateando y adivinando qué es lo que iba a deleitar su paladar.

“¿Tú crees papá? Yo creo que huele más como a huevos revueltos” contestaba Caleb ante la afirmación.

“¡Para ti siempre son huevos revueltos! tienes mucho que aprender, mi pequeño Calígula”

“Caleb, papá. Mi nombre es Caleb” reprochaba con las mejillas infladas.

“Pero Calígula te sienta mejor, es más refrescante” contestaba su padre entre carcajadas.

“Ya te escuché, Germán. Deja de cambiarle el nombre al niño” se escuchaba a su madre decir desde atrás de ambos.

“Vale, le dejaremos Calimba”

“¡Caleb, papá!”

“¡Germán!”

Y así, el pequeño recuerdo se desvanecía mientras Caleb se sentaba en la mesa a observar con la mirada apagada el desayuno de hoy. “Huevos revueltos y tocino, ¿hm? Hoy no adivinaste, papá” pensó por última vez antes de comer con desgano aquél desayuno.

-Lo estaré esperando en el automóvil, joven amo- dijo el mayordomo una vez que Caleb había terminado de lavarse sus dientes. Sin decir una sola palabra, hizo un ademán y caminó a la par del señor de edad madura.

Caleb obedientemente se subió al MKZ color plata que se encontraba en el frente de la elegante residencia y se cuajó en el mueble de piel color negro.

-Mire eso joven amo, la señora Morgan ya puso en venta su casa- expresó sorprendido el mayordomo y Caleb miró la casa vecina, encontrándose con un letrero de “se vende” colgado llamativa y cuidadosamente al frente del bello hogar.

Al menos esa anciana ya no se quejará de que nuestro roble le da mucha sombra en invierno…” pensó y luego el automóvil avanzó.

Pasado un breve tiempo, su cuerpo se encontraba frente al portón de su escuela, el cual se encontraba (como de costumbre) atiborrado de adolescentes entre los 12 y 18 años; la mayor parte, acompañados por sus padres. Atentamente desde el interior del automóvil y sin pestañear, observó cómo cada amoroso padre abrazaba o besaba la mejilla de su hijo para despedirlo con cariño antes de entrar ya no están en primaria, mocosos mimados.

-Joven amo, es hora de que lo acompañe a la puerta- expresó el mayordomo una vez que había abierto la puerta.

-Yo puedo solo- dijo por primera vez en toda la mañana.

Con débil voluntad, caminó con la credencial de la escuela en mano hacia la puerta e inmediatamente pasó al supervisor sin decir el acostumbrado “buenos días” acompañado de una sonrisa cándida. El supervisor no se extrañó demasiado, todos sabían lo que había ocurrido.

El camino a su salón de clases fue relativamente suave, gris e indiferente ese día, recibió algunas miradas de gente incluso desconocida, pero los había pasado como si no existiesen; lo difícil apenas se avecinaba. Poco a poco, pasando los salones de tercero y segundo, finalmente llegó a la puerta del que marcaba “1° A” y soltó un pequeño suspiro. Desde unos metros afuera, se podía escuchar el enorme revuelto cotidiano que hacían sus escandalosos compañeros pero, al adentrarse en el ruidoso salón de clases que le pertenecía, las voces se silenciaron y los ojos de todos le miraron con una lástima indescriptible. "Qué asco".

-¡Hola Caleb!- se escuchó y resonó como eco en el ahora quieto y silencioso salón de clases.

-Hola Paul- contestó Caleb un poco sombrío, sin siquiera mirar a su mejor amigo.

Después del pobre intercambio de saludos, los susurros de sus compañeros de clase comenzaron a contaminar el ambiente, provocando un sentimiento más nauseabundo que el del incómodo silencio que antes se había creado. "No pueden ser más hipócritas, malditas sanguijuelas".

-No les hagas caso- expresó Paul tratando de apoyar a su amigo.

-No lo hago, sería patético si fuese así- contestó Caleb con tono firme y mirada perdida.

-Em, sí…- contestó dubitativo Paul ante el tajante comentario de Caleb.

Un silencio incómodo circundó a los dos por un par de minutos antes de que se les uniera una persona más.

-Hola Caleb, escuché lo que sucedió. Siento mucho la pérdida –dijo una voz femenina que luego le regaló un abrazo con olor a mandarina- de verdad que lo siento, pues ya he estado en una situación similar. Sabes que puedes contar conmigo ¿vale?

-Gracias Frankie- contestó Caleb, cerrando los ojos fuertemente y tratando de no llorar.

-Bueno, vale ya fue mucho- dijo Paul ante la escena de interpretaciones variantes.

-Sí, tienes razón –contestó Frankie y luego se echó para atrás –mejor vamos a sentarnos Caleb.

-Mhm- afirmó sin más.

Caleb se sentó en su respectivo mesa-banco y poco después se vio rodeado de más personas que mostraron sus condolencias “hipócritas y sin vergüenza” mientras escuchaba a los frívolos compañeros que trataban de darle ánimos a medias. "Todos creen saberlo todo".

Las clases comenzaron y terminaron. En la semana, no ocurrió nada diferente de lo que sucedió aquél lunes.


-ChicaErotiCursi**

lunes, 16 de marzo de 2015

Lo que debimos haber dejado como lo que fue ~noches de inmadurez y alcohol~

Hola hola buenas noches, pequeños seres que visitan este humilde blog. Hoy, como en muchas de las ocasiones pasadas, me he atrevido a compartir una experiencia de tantas que he tenido y sigo teniendo a lo largo de mi vida (por algo "sucesos que me gusta recordar", éste es uno de ellos). El momento que describo en el presente fragmento fue algo que ocurrió hace mas o menos cuatro años, con mi "segundo novio". Como no hay nada más que decir, enjoy!

El grosor de sus labios era de competir, pero la textura era algo que nunca había probado. No era dulce como miel ni tampoco amargo como un limón, tampoco puedo decir que la primera probada fue del todo agradable. Era una especie de carne magra y seca que a pesar de no lucir apetitosa, te hacía sentir todo tipo de sensaciones en el cuerpo, pues sobre mis labios se movía de una manera excepcional. No fue el primero ni tampoco el último, pero fue el indicado para enseñarme lo que era verdaderamente placer. El placer de una primeriza que ya se suponía, había vivido antes. Con paciencia y un poco de tensión, seducía a mi cuerpo con sus besos y estimulaba el resto de mi cuerpo con sus manos. Era simplemente algo que nunca había experimentado. Me dejé llevar por el momento, no sabía si era por el alcohol en mis venas o por la soledad, pero puedo jurar que casi me meto a la cama con él. Sus ásperas y cálidas manos se movían alrededor de mi piel como serpientes rodeando un tronco y finalmente llegaron al punto en el que mi cuerpo quiso estallar. Gemí un poco, pero poco después callé mi estremecida voz con vergüenza. Maldita sea, qué buena noche. Por un instante, mis instintos casi me delatan, pero mi raciocinio alcanzó a detener mi caída en algo que obviamente era un error. Se terminó. Le dimos fin a esa sensación de una noche, que quise prolongarla a lo largo de un mes. Finalmente no funcionó, pues ninguno de los dos estaba preparado para lo que venía a continuación.


En ese entonces, yo ya estaba enamorada de ti.



-ChicaErotiCursi

sábado, 7 de marzo de 2015

Conversaciones nocturnas con Fabián. Parte 1

En ésta siguiente edición de "Sucesos que me gusta recordar" les entrego una inédita en bandeja de plata, pues, tengo este problemón enorme en el que me he metido y para acabarla de joder, no puedo hablar con el famosísimo con el que cometí el error. Es por eso que escribí esta conversación ficticia con él, usando los nombres de mis protas favoritos: Fabián y Patricia. Enjoy(?)
Buenas madrugadas queridos lectores, hoy les habla su protagonista favorita Patricia Torres para darles un informe a detalle de una conversación común y corriente con Fabián (bueno, tal vez no tan común y corriente...).

Patricia (P): Hola Fabián.
Fabián (F): Hola Patty.
P: ¿No es una sorpresa que nos encontremos en un momento como este?
F: ¿Por qué lo dices?
P: Pues, resulta que tengo una situación muy seria.
F: ¿Seria? ¿Podrías decirme de qué estás hablando?
P: Mira, para ser más sinceros e ir directito al grano, te haré una confesión.
F: ¿Confesión?
P: Sí, una confesión.
F: Suena importante. Venga, dime.
P: Creo… que me gustas.
F: ¿Qué?
P: Después de lo de anoche… ¡me gustas hombre!
F: No sé qué responder a eso Patty. ¿Sería una mentira decirte que me siento de igual manera contigo?
P: ¿Por qué sería una mentira?
F: Bueno, pues no estoy seguro de lo que siento todavía. Hasta ayer éramos amigos y ahora… tuvimos relaciones sexuales.
P: Sí, y como viles animales en celo. En realidad me quedé con ganas.
F: ¿Tú también?
P: Te diré.
F: Eso se puede solucionar, ja ja ja.
P: ¡No bromees!
F: ¡Lo digo en serio, Patty!
P: ¡Eso no lo dudo! Pero, estoy avergonzada. No creí poderte decir esto nunca a la cara.
F: Y bueno ¿Qué se supone que debo hacer con esto que me acabas de decir?
P: Técnicamente, haz lo que se te plazca, pequeño.
F: Pues no tengo idea de qué hacer. ¿Qué quieres hacer tú?
P: ¿Es que tengo que elegir yo?
F: Pues, tu eres la que comenzó esto en un principio.
P: Ah, ahora yo soy la responsable de todo el daño ¡Vaya, mira la hora que es! Me tengo que ir.
F: Ah mira, que conveniente es ese reloj de muñeca invisible.
P: Me dice la hora que quiero ver, es así como funciona. Es el reloj de más alta alcurnia y su precio es economiquísimo, te puedes olvidar de checar el celular, te puedes olvidar de los retardos y, por supuesto, puedes huir de situaciones incómodas como esta. Tienes la hora que quieras en la palma de tu mano, me forma más literal, en la muñeca.
F: ¿Enserio? Ya me estoy comprando uno, eh.
P: No lo pienses dos veces, je je. Pero no estamos aquí para hablar del reloj invisible, sino de nosotros ¿Verdad?
F: Estás en lo correcto. Continua.
P: ¿Qué diablos pensabas al tener sexo conmigo?
F: ¡Directa!
P: Es así como funciona. Contesta.
F: No lo sé, era obvio que querías tener relaciones sexuales conmigo. Meter a un chico a tu habitación y todo eso… hablarme de tu novio con lágrimas en los ojos. Algo tenía que hacerse.
P: ¿Tan simple como eso? Qué diablos…
F: Lo siento, hice mal.
P: No, está bien. Yo me lo busqué, como dices antes pero… ahora ya no sé qué hacer. Estoy en esta situación en que mañana veré a mi novio y mira ¿con qué diablos lo voy a encarar?
F: Con la misma cara con la que me veías al tener sexo.
P: Eso no me ayuda, baka* Fabián.
F: Pues es la verdad ¿Qué quieres que te diga? ¿Mentiras bonitas?
P: Me harían sentir menos mal.
F: Pero no es lo que se tiene que hacer, tú cometiste un error y tienes que enmendarlo con aquél que está involucrado.
P: ¿Y arriesgarme a que me entierre un cuchillo en el pecho? ¡Estás pero si bien mal!
F: Bueno, no vas a contarle todo, pero tienes que enfrentarlo.
P: Qué daño… qué difícil, maldita sea.
F: Además, no es como si yo no fuera a recibir parte del pastel asesino.
P: Eso sí, ya te veré escondiéndote como fugitivo de la ley.
F: Ja ja ja. Entonces ¿Qué harás?
P: Esconderme en un hoyo el resto de mi vida.
F: Eso está mal, tienes que ser sincera.
P: ¿Quién eres tú para darme lecciones de cómo hacer las cosas bien? Si tan solo hubieras hecho lo mismo que Aranda ese día… nada de esto estuviera pasando.
F: ¿Aranda?
P: No es importante ahora, simplemente fue una persona que se negó a hacer algo conmigo porque estaba ebria. Ahora lo comprendo todo, y le agradezco de corazón.
F: ¿Es así? Bueno, pues al menos aprendiste algo de esto.
P: Eso no quita que lo hicimos sin condón.
F: Ahí vas.
P: ¿Qué tal si salgo embarazada? ¡Tendré que abortarlo!
F: Peligroso.
P: ¿Qué más puedo hacer? No voy a tener un hijo tuyo.
F: Siempre podemos intentar hacer algo ¿No vas a terminar a tu novio?
P: ¿Del lado de quién estás?
F: Del mío, por supuesto.
P: No me estás ayudando.
F: Bueno, entonces ¿Qué quieres que diga?
P: Mentiras bonitas, pedazo de carne envuelto en piel.
F: ¡Agresiva! Desde ayer, decías puras incoherencias y además me insultabas. Nada linda.
P: Es mi forma de decir que me gustas, pero también de autosabotearme.
F: Qué manera más peligrosa.
P: Pues, es como soy. Una tsundere*.
F: ¿Qué es eso?
P: Algo que no importa. ¿Qué voy a hacer, Fabiáaaaan?
F: Pues ¿Qué quieres que te diga?
P: Nada, no lo sé, sólo se tú.
F: Pues es que yo tampoco sé qué deberías hacer. Es tu problema, no mío.
P: Te iba a preguntar que de qué lado estabas, pero recordé que estás del tuyo. No me ayudas, hombre. Hubiera mínimo tenido relaciones sexuales con uno de la fiesta.
F: No, porque pudiera haber sido peligroso.
P: ¿Peligroso? Tú eres el peligroso. Lo hicimos sin condón ¿Qué tal si salgo embarazada? Me besaste primero. Me tocaste… tú eres el culpable de todas mis desgracias, infame ser.
F: Patricia…
P: ¡Estoy avergonzada! Contigo, conmigo, con mi novio… Mejor me voy a suicidar.
F: No digas eso, por un motivo tan pequeño…
P: ¿Pequeño? Soy una pecadora. Es motivo suficiente. ¿Tendría derecho a decirlo si fuese un motivo más grande?
F: No, en ningún momento deberías pensar en hacer algo como eso, pero ¿Vas a hablar de pecados?
P: Sí, porque a pesar de haber perdido la religión, los pecados siguen existiendo, los introyectos y mi superyó castigador. Todo sigue ahí, atormentándome cada segundo que paso viva.
F: …
P: Estoy en lo más profundo del hoyo. Estoy muertísima. Estoy… asustada. Realmente estoy asustada, tengo miedo de mí, de él, de ti y de toda esta situación.
F: No te sientas asustada, estoy aquí.
P: ¿Cómo te atreves a decirme eso cuando sólo estás de tu propio lado? Estoy asustada a muerte, verdaderamente. Tanto que podría esconderme debajo de una mesa enrollada en una cobija temblando.
F: No estoy sólo de mi propio lado, pero no puedo estar involucrándome más contigo de lo que lo estoy haciendo ahora. ¿Ya perdonaste a tu novio?
P: Sí, eso es lo peor… y la que no tiene perdón soy yo.
F: …
...
...
P: Ahora sí ya me voy, y no fue el reloj invisible el que me lo dijo. Buenas noches, Fabián.
F: Buenas noches, Patty.


-ChicaErotiCursi*