Orange Bow Tie

martes, 30 de octubre de 2012

Brief Stories. A mi vecina le gusta ¿Qué...?

Una breve historia a la que titulo "A mi vecina le gusta... ¿Qué?". Enjoy!

Primera Parte.

"Tus calificaciones han bajado otra vez, Manuel..." me dijo mi madre decepcionada. Mi rostro mostraba una notable vergüenza y antes de que yo me disculpara con ella, continuó "... tendrás que hacer verano en la escuela". Mi expresión cambió a la de una total desaprobación de su decisión.

-¡Son vacaciones mamá! Además ni son obligatorias- reproché a mi madre.
-Pero yo quiero que vayas. No te pago la escuela para nada- respondió, sin intención aparente de cambiar su decisión.
-Madre, estoy en mi plena juventud y tengo que disfrutarla. Hay muchas chicas que quieren salir conmigo y las clases de recuperación acapararán todo mi tiempo...
-¿Y eso qué? Las chicas esperarán. Mañana mismo llamas a la escuela.

Al ver eso, tuve que emplear mi magia secreta, aquélla cara que siempre hacía que mi madre hiciera lo que yo quería.

-Mamá...
-Oh, odio esa cara que haces. Está bien, no irás a la escuela...
-¡Yay!
-Pero...
-¿Pero..?
-Tendrás que ir a casa de Olivia en su lugar.
-¿La vecina? ¿Para qué?
-Bueno, Denisse su hija va contigo en la escuela ¿no? Ella te ayudará a estudiar.
-Hay, sólo por que saca buenas calificaciones y es la subjefa de grupo...
-¡Sí! Además de que es muy guapa y madura, mejor que las chiquillas con las que sales.
-¿Guapa? ¡Estás demente! es horrible.

Sí, horrible. Su pelo es largo, negro y lacio, siempre atado a una cola floja o una cebolla. Usa unos enormes lentes del grosor de un culo de botella, su estilo de ropa es anticuado; desde faldas hasta los tobillos o pantalones holgados y blusas fajadas abrochadas hasta el último botón. Y jamás toca maquillaje. No es guapa para nada, su femineidad está en cero y como plus, es una amargada de mierda.

-¿Por qué lo dices? Tiene un hermoso cabello largo y unos ojos grandes muy bonitos como los de su mamá.
-¿Has visto su ropa?
-¿Sólo en eso te fijas? Vaya, que hijo tan estúpido he criado.
-Eres cruel, madre.
-No lo soy, solo quiero que andes con chicas de bien
-¿Me estás arreglando una cita o clases extracurriculares?

Después de soltar una carcajada, concluyó con la discusión airosamente.

-Hay mi vida, no es eso. En fin, el lunes empiezas.
-¿Qué?
-De hecho ya había hablado con Olivia de que ibas a tomar clases con su hija, así que no estaba apto para una discusión.
-¿¡Qué!?
-Nos vemos, tengo que ir a hacer las compras~

Y salió por la puerta en un santiamén. Me dejó perplejo y con las palabras en la boca. "Maldita sea" pensé repetidas veces en mi mente. Sabrá Dios que trama esa mujer.

viernes, 12 de octubre de 2012

Crónicas de una... amante del BDSM? parte 1

Hoy les presentaré una fracción de una historia que hace poco estuve escribiendo (Crónicas de una bulímica) pero que por desgracia cuando le dieron formato a mi bebé, esta se perdió ): así que escribiré de lo que me acuerdo. Tenía muchas ganas de escribir algo muy soft-bondage, algo así como una sidestory pero terminó siendo parte de la trama, espero volverla a reescribir pronto. Porcierto, para que se hagan una idea de cómo luce la prota les dejo una imagen de la Gunslinger del juego online RO (Ragnarok Online) ella me inspiró como para imaginarme a mi hermosa y ginger protagonista: Samanta.
Para mis villanos y mi héroe, les dejo fantasear con sus bishonens favoritos, sólo que entren en la categoría de mi descripción jojojo.

Breve descripción del escenario:
Samanta (17 años) es una chica que asiste a terapia en grupo en un centro de rehabilitación comunitario para jóvenes con desórdenes alimenticios. Allí conoció a Bernardo (20 años), un chico no muy alto, de cabello rubio muy claro, ojos grises, complexión muy delgada, brazos firmes y piel blanca; un chico del cual se enamoró que, aunque siendo un asistente del centro, se comunican y sostienen una relación a escondidas.

"¡Aghk! otra vez salí tarde del centro, mis padres me regañarán por llegar tarde... y encima Bernardo no vino hoy al centro ni a recogerme, qué molesto" Samanta pensó, viendo que su reloj marcaba las siete y media y su hora de salida común era a las seis. 

Como su casa estaba lejos del centro de rehabilitación,  se necesitaba tomar dos autobuses. Desesperada por el tiempo, salió disparada hacia la parada del autobús y chocó con un chico de capucha, lo cual causó que a ella se le cayera su mochila con sus pertenencias. El chico le ayudó a levantar sus cosas pero ella dijo de manera arrogante "hmph, debo decir ¿gracias?" comenzó a caminar rápido y evitar chocar con alguien más. Sin darse cuenta el chico encapuchado le empezó a seguir. 

Cuando ambos subieron al mismo camión, ella lo notó, pero no le tomó importancia hasta que ella bajó del camión para trasbordar más adelante.

"¿Será un acosador?" se preguntó a sí misma. Él la siguió desde una distancia notablemente corta, lo cual le preocupó e hizo que a ella le diera un poco de miedo y empezara a callejonear para perderlo, pero la que se perdió fue ella. Al verse en un callejón poco iluminado, pensó en llamarle a Bernardo, pero éste no contestó así que eso la hizo enojar y prefirió prepararse para meterle un puño al acosador, pero él sólo le dijo "se te olvidó recoger tus llaves" a lo que ella no pareció entender muy bien, hasta que él se las enseñó.

-Ah
-Te las daré, pero dime ¿Cuál es tu nombre?
-No te importa.
-Bueno, debo parecer alguien raro - dijo, mientras se quitaba la capucha- ¿Mejor?

Samanta al ver bien al chico a la luz de la lámpara callejera, vio un joven muy apuesto de cabello negro un poco largo y facciones muy finas, lo cual le  le llamó mucho la atención.

-Diana - mintió.
-Jaime, un gusto- dijo, mientras extendía la mano como presentación.
-Me tengo que ir- dijo ella, mientras ignoraba el saludo y observaba para dónde ir.
-¿Estás perdida?
-No.
-Es peligroso por aquí, ¿te acompaño a casa?
-Hmph, sólo llévame a la parada de la calle 10.
-¿Estás enojada?
-No- mintió otra vez.

Cuando llegaron a la parada, él parecía querer establecer una conversación, pero ella era muy tímida y arrogante con los extraños, lo que la hacía ser repelosa como un erizo.

-¿De verdad no estás enojada? ¿Quieres que te invite a comer para alegrarte el día?
-Mi respuesta es no, para ambas.
-Oh, eres cruel.
-Me han dicho.

El silencio se había comido las palabras que quedaban en la boca de Jaime y Samanta pensó un poco acerca de su actitud "él no tiene la culpa, la tiene Bernardo. Además aceptar no tiene nada de malo..."

-Es que ya voy llegando tarde a mi casa, no quiero preocupar a mis padres.
-Ah, era eso.
-Iré.

La cara de Jaime cambió por completo con la respuesta de Samanta y no tardó minuto en decidir a qué lugar llevarla pues "A donde tu quieras, excepto un motel" era la absurda condición.

Unas cuadras adelante, se metieron a un edificio con muchas escaleras. Tantas que a Samanta le provocaron un poco de ansiedad. Al final se encontraron en un pub: el olor a tabaco y lo fresco del aire acondicionado entraron por las narices de ambos; pósters de Iron Maiden, Slayer y Black Sabbath adornaban las paredes y la música de Led Zeppelin invadía cada esquina del pequeño lugar. "Cómodo y sexy" se dijo a sí misma, mientras se sentaba en la barra al lado de Jaime.

-¿Otra vez por estos rumbos Jimmy?- dijo el que atendía la barra, mientras chocaba los puños con Jaime.
-Verás, que traigo compañía- inquirió con la cabeza que venía con Samanta al barman.
-Oh, esto es inesperado. Siéntase como en su casa, señorita- sugirió a Samanta.
-Ya lo hago, buena música- se dijo a sí misma, sonriente con su decisión.
-Como siempre es aquí. ¿Qué pedirás esta vez Jimmy?- el barman preguntó, volviéndose a Jaime.
-Nada de alcohol, esta chica tiene tatuado el MP todavía.
-¿Huh? No juegues Jimmy, sabes que aquí no entran menores.
-Tengo veinte- dijo muy segura Samanta, mintiendo una vez más.
-¡Já! ¿Y la identificación?- dijo Jaime elocuentemente, intimidando un poco a Samanta, pero sin importarle un comino-que sean dos cervezas...
-Una nadamás, no me gusta la cerveza.
-¿Porqué?
-La cerveza engorda.
-Ya veo ¿qué te gusta tomar?
-No tomo.
-¡Vamos! Tienes cara de... mmm.... ¿vodka?
-Si es algo que no engorda, pidelo.
-Una cerveza y un vodka low carb- dijo, entre risas.

Samanta realmente no sabía en lo que se había metido. Llegaron las bebidas, a lo cual Samanta no supo qué cara hacerle, no sabía si lo que le habían pedido sabía bien, mal o simplemente le iría a subir de peso.

-Diana, ¿sabes lo que tiene?

El nombre Diana resonó en su mente antes de responder por mera lógica.

-¿Vodka?
-Vodka, limón y agua mineral, no te preocupes, no engorda- le dijo a Samanta, mientras despeinaba su cabellera pelirroja.
-Está bien, no soy una niña, lo probaré.

Con un poco de asco, Samanta tomó el vaso y le tomó un pequeño sorbo, al ver que la bebida prácticamente sabía a puro limón y agua mineral, admitió que le había gustado lo insípido.

-Está... bien.
-Me alegra que te haya gustado ¿Qué opinas del lugar?
-Es cómodo... la música y eso ¿Vienes seguido?
-¿Bromeas? vengo siempre. Lo mejor es la comida, no se si quieras algo.
-No.
-Oh bueno, pues esperemos al rato sí quieres.

Jaime le sonrió con ese tipo de sonrisa que mataría a cualquier chica, lo que hizo a Samanta ponerse nerviosa. Comenzaron a conversar cada vez más fluidamente, y entre Samanta tomaba más, más se quería quedar "No todos los días te encuentras con un chico apuesto, que le guste la misma música que a ti y te invite unos tragos..." pensó, pero a eso de las once, se dio cuenta que ya estaba ebria y tenía que llegar a casa.

-Jaaaaimeee, no estooooy bien -hic- me tengo que ir a casa and it's waaaay too late- dijo con dificultad, alternando idiomas como signo de su obvia condición.
-Te llevo a casa, le llamaré a un amigo para que nos lleve en su carro.
-Okay- asintió, mientras se recostaba en el hombro de Jaime.

Llamó y al poco tiempo su amigo llegó. Las escaleras esta vez parecían eternas serpientes movedizas y sus pies danzaban como bailarines de Salsa.

-Vaya que estás ebria Diana ¿Quieres que te cargue?
-¿Quién es Diana?
-Tú
-Ahh, pues cárgame genio ¿qué esperas?

Además de no controlar su equilibrio, Samanta no controlaba sus palabras. Con trabajos subió al asiento del copiloto, mientras Jaime se subía en el del piloto.

-¿Porqué manejas tu y no tu amigo?
-Porque el carro es mío.
-Ah.
-¿Dónde vives?

Samanta dio su dirección deliberadamente y el carro avanzó. La música de Lacuna Coil sonaba a todo volumen y ella sólo cantaba y se movía al ritmo de la música, antes de darse cuenta de que no iban para su casa.

Un mal presentimiento despertó en ella y decidió sacar su celular, viendo que lo primero que estaba en pantalla eran 6 llamadas perdidas de Bernardo. Justo antes de que Samanta pudiera regresar la llamada, el carro se detuvo: Jaime y su amigo se bajaron. Luego de eso Jaime la sacó a la fuerza del asiento del copiloto, la arrojó contra el cofre y le agarró las manos contra la espalda. Samanta no pudo pelear mucho de vuelta a causa de su estado de ebriedad.

-Samanta, quédate quieta y mantente en silencio si no quieres que te pase nada malo- ordenó la voz de Jaime desde atrás de su oído.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-¡Ooops! Es que no tienes cara de Diana.
-¡¿Qué más sabes de mi?!
-Luego harás preguntas... Creo, aunque dudo que pueda entenderlas.

Samanta no entendió lo que Jaime le había dicho hasta que el amigo se acercó a ellos con un pedazo de tela y cinta adhesiva negra.

-Oh, no no no no me vayas a---¡hhhmmmppfff! ¡hhhmmmfff!

El trozo de tela fue introducido sin piedad en la boca de Samanta, hasta tocar su garganta y luego fue asegurado con varios pedazos de la cinta adhesiva.

-Ah, así me gustas más. Ahora sólo me resta restringir tus torpes movimientos corporales. Muy mal que te embriagaste hasta este punto. Me la has puesto más fácil de lo que pensé.
-¡hmmmmphhhffff!- protestaba Samanta a través de la tela.
-No te entiendo mi amor, tu decidiste estar aquí.

Realizó que era completamente impotente ante la situación y él tenía toda la razón, ella bajó la guardia y ahora se sentía como un ratón a punto de ser devorado por un gato. Su cabeza daba vueltas, entre las ganas de vomitar y sus gritos sofocados, dejó de resistirse.. 

-Oh, eres de las del tipo obediente. Prefiero las que pelean un poco.
-hmmmphhhhrrrrghhhh- gritó a través de la mordaza y trató de pisarlo con su pie.
-¡Oops! Pero es mejor que te quedes quieta, para que no tengamos problemas con las cuerdas.
-¿hmmmm?

Poco a poco sintió cómo su cuerpo era completamente atado. Primero fueron sus manos, continuaron con sus codos; lo cual le dolió un poco. Continuaron por la parte superior e inferior de sus pechos, haciéndoles verse aún más grandes. Después de eso, sintió que una cuerda pasaba por su entrepierna y era amarrada firmemente a sus muñecas, lo que la hizo gemir, sin saber decir si era por excitación o por dolor. Sus piernas y tobillos no fueron la excepción y todo terminó con una venda negra sobre sus ojos. Sintió cómo la cargaban dentro del automóvil otra vez y cerraban la puerta. Luego de eso ella se quedó dormida.



-ChicaErotiCursi*