Orange Bow Tie

domingo, 21 de enero de 2018

Fantasías de una Eroticursi. Primera historia parte 6


Por fin la sexta parte. Disfrutad!

En el caso de Patricia, el amanecer del cuarto día no fue más agradable que los otros tres, puesto que para ella, despertar era como empezar de nuevo la pesadilla. Una vez abría los ojos, lo primero que veía era el techo de tela sobre ella y se le hacía imposible tener pensamientos buenos; constantemente rememorando el evento del primer día con los mercenarios* luego la traición de sus hermanas y por último, lo que había dejado inconcluso en su pueblo: la propuesta de matrimonio de Santiago. Anteriormente ella le había rechazado por que no se sentía lista para empezar algo tan formal siendo la más joven de sus hermanas, pero además solo pensaba en la posibilidad de que esto no le estaría ocurriendo si no fuese por que no aceptó vivir con él. Pero al final, pensar solo era en vano y ella lo sabía. Ahora tendría que pensar en qué iba a hacer de ahora en adelante, aunque no le gustase admitirlo y prefiriese hundirse en una pútrida depresión que no le estaba llevando a nada, solo la mataba lentamente.

Poco después de despertar esa mañana, mientras se lamentaba bajo la sábana, logró escuchar una conversación entre Kiki y el Fabián que la dejó algo sorprendida.

-Buenos días capitán.
-Buenos días Kiki, ¿cómo está?
-Por ahora dormida, pero sigue sin comer y solo toma el agua necesaria.
-Hmmm...
-Creo que ha adelgazado al menos unos cuatro Kilos, lo noté ayer cuando se cambiaba de ropa.
-Eso no suena bien.
-No. A este paso puede enfermar.
-¡Pues haz algo!
-¿Qué quiere que haga? La chica está deprimida.
-Dile algo bonito, no se, lo que le gusta a las chicas... Eso la hará feliz.
-¿Sabe lo irracional que suena eso? Ya mejor déjela irse, yo sé que no quiere venderla.
- Heh, la verdad es que no. Ayer fui con un traficante y con ver a las otras chicas que traía me dio escalofríos.
-Le estoy diciendo que debería quedarse.
-No lo sé...
-O déjela irse.
-Eso no, qué tal si nos reporta con el rey, no quiero otro problema después de lo que pasó hace años con mi papá.
-Capitán...

La conversación cesó y Kiki regresó al interior de la casa de campaña para encontrarse con Patricia sentada con los ojos bien abiertos.

-Oh, estabas despierta.
-Sí.
-El capitán preguntó por ti, está preocupado.
-Sí, logré escuchar un poco la conversación.
-¡Ups! ¿No dije nada malo, verdad?
-Si con malo te refieres a verme mientras cambio de ropa, lo dijiste.
-¿Eeeeeh? ¡Pero no te observo con morbo! Es solo que tengo que observar tu estado de salud y todo eso... -explicó sonrojado Kiki.

Patricia soltó una ligera risilla y se sintió un poco extraña, era la primera vez que lo hacía desde que había llegado. Kiki por su parte, saltó de alegría y acompañó con lo siguiente:

-¡Te hice reír! Ehehe~ siento que esto es un logro muy grande.
-Creo que sí. Hasta yo estoy sorprendida.
-Esto suena a que ahora sí vas a comer algo ¿Verdad?
-Oh...

Patricia se mantuvo callada un momento.

-Perdón, no quise emocionarme tanto... -expresó Kiki un poco arrepentido.
-No es eso... Es que todavía no tengo hambre.
-Pero tienes que comer... La próxima vez que te rías de algo que yo haga, vas a comer, ¿Ok?
-Está bien.

Unas horas pasaron y, aunque Patricia alegó que no tenía hambre, Kiki insistió en dejar sospechosamente dos manzanas rojas encima del cambio de ropa que siempre le dejaba cerca del río, donde ella tomaba su baño. Sostuvo por un momento las manzanas y sintió un poco de ternura, pero además de eso, también vio que el cambio de ropa era extraño y había una nota interesante junto a él:

Vi esta ropa cerca del mercado donde acostumbro comprar fruta. Espero que te guste. Sé que no has comido y me tomé la molestia de dejarte unas manzanas también. Me dijeron que estaban deliciosas.

-F

Patricia se sorprendió mucho al ver la ropa que estaba sobre el pasto, era un vestido corto color azul claro muy bello, un lazo blanco para la cintura y unas bragas blancas nuevas, que al parecer alguien había comprado pensando en ella. Eso seguro no era un regalo de Kiki, puesto que Kiki no sale del campamento y no firmaría con una "F". El misterio la carcomía, le dio gusto y a la vez miedo ¿Qué clase de hombre que formase parte de ese grupo de mercenarios podría ser tan sensible para dejar un regalo así? Además, se supone que solo Kiki sabe que ella se baña allí. Eso le aterró más.

-ChicaErotiCursi***

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