Orange Bow Tie

martes, 4 de diciembre de 2012

Te Confieso. Después de antes: Aquélla tarde de dolor.

Aquí les dejo mi personal epílogo acerca de mi historia "Te Confieso", es lo opuesto al prólogo que escribí en mi pasado post Sucede, me arrepiento y quiero volverlo a hacer. Es, por así decirlo, lo que viene al final de mi historia.



-¿Y ésto a qué viene Patricia Torres?



Dijo su voz molesta. Molesta por una traición imperdonable, una decepción repentina. Al ver mi mirada de perro atropellado, se rompió su corazón, vio la culpabilidad, la tristeza, el odio a mí misma y mi otro yo desgarrándose en mis ojos. Cuidadosamente, soltó una risita -rompe hielo- llena de nerviosismo que pareciera dolosa: heridas del pasado se habían reabierto y yo estaba ahí, llorando en seco.



Respiró hondo, llamó a la mesera y pidió otro café.



-De verdad no entiendo...



Habló una vez más, la mesera se alejó. Pude notar sus manos temblar, yo sabía porqué. Su mundo había colapsado, su mundo hermoso de engaño y de ilusión de amor: su Disney encantado.



-...Porque, estábamos muy bien ¿No? Lo nuestro terminó por causas de fuerza mayor y---



"Calla de una vez" pensé desesperada. La acidez dentro de mi cuerpo hacía que mi garganta ardiera como el demonio. La saliva raspaba al tragar pues, nada como guardar un secreto por seis largos años. Porfín volví a tomar un dominio de la conversación, que no sabía hasta donde se iba a extender.



-Sabía que no entenderías Santiago. Nadie nunca lo entendió como yo lo viví, ni siquiera el mismo Fabián. ¿Sabes porqué lo dije hasta ahorita? ¿Sabes porqué? No, no lo sabes. Lo dije hoy, en este preciso momento, en que sabía que no te iba a romper tanto el corazón de niño mimado que tienes; en este momento tan estable y perfecto en el que yo no deseaba que cayeras en el error de recordarme así: perfecta. Yo no soy un recuerdo vacuo Santiago ¡Esta soy yo! tu amada Patricia, tu adorada ilusión. Ahora me siento capaz de no ser un espectro de tu pasado, sino una persona que al igual que todos, comete errores por seguir a sus impulsos del corazón, la atracción sexual e instintos animales. Y te diré, antes de que continúes, que esto no cambia el hecho de que te amé con todo mi corazón. Y nada más.



"Algo escurre de mi cara" pensé... en mi mundo bizarro, que alomejor eran gotas de agua que cayeron casualmente en mi rostro, que era sudor o algo por el estilo, "¿¡Lágrimas!?" imploré a Dios que lo que sentí en aquéllas décimas de segundo fueran lágrimas: pero tampoco. Mis manos tomaron una muestra de lo que escurrió de mi rostro hasta la mesa y era lo que más temía, sangre.



-¿Patricia?- escuché muy a lo lejos. La voz de Santiago se escuchó tan lejana, como si yo no estuviese allí. En aquélla tarde de dolor en el Starbucks.

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