El título se relaciona directamente con el soundtrack de la película "All About Lily Chou-Chou", extrañamente buena, interesante, difícil de apreciar con detenimiento y sin dormirte a la mitad: tienes que verla un par de veces para que te quede todo claro, pero con el interés suficiente y un par de cachetadas en la cara, la considero de mis favoritas para un adolescente de entre los 13 y 17. En fin, aunque tomé prestado un trozo de la letra de la canción, el post no lo he comenzado con el motivo de hablar de la película, sino que quise simplemente escribir algo. Nota mental: quiero leer el principito. Ahora, vamos a lo bueno, espero que salga algo decente de mi balbuceo y mi escuchar del soundtrack de Lily Chou-Chou y el melodioso piano de Debussy.
Te Confieso ~Después de antes~
Noches de Octubre sin nombre.
Noches de Octubre sin nombre.
La luz de la noche apenas dejaba que nuestros rostros vagamente se iluminaran y los grillos nos acompañaban con su dulce canto. Era extraño, más que nunca… no, no es cierto: igual que hace seis años. Igual que la última vez que hablamos antes del reencuentro en el aeropuerto.
Allí estábamos los dos, una vez más apreciando el ambiente nocturno y fresco que nos envolvía mientras nos sosteníamos de las manos enterradas entre las hojas y el césped. Era 12 de octubre. Sí, era el cumpleaños de mi madre y no estaba allí con ella. Estaba con Fabián, preguntándome si lo que sentía era lo mismo que hace un par de meses atrás. Ya no era nada como antes, estaba… tal vez… un poco aburrida de él.
Allí estábamos los dos, una vez más apreciando el ambiente nocturno y fresco que nos envolvía mientras nos sosteníamos de las manos enterradas entre las hojas y el césped. Era 12 de octubre. Sí, era el cumpleaños de mi madre y no estaba allí con ella. Estaba con Fabián, preguntándome si lo que sentía era lo mismo que hace un par de meses atrás. Ya no era nada como antes, estaba… tal vez… un poco aburrida de él.
-Fabián- susurré cerca de su oído.
-Dime- contestó con tono normal.
-Me gusta estar aquí.
-¿Pero?
-¿Cómo sabes que hay un pero?
-Porque no parece que te guste estar conmigo.
-¿Por qué dices eso? –contesté sorprendida ante su afirmación.
-Tus ojos… han cambiado. La mirada de anhelo que me rogaba que me quedara cinco minutos más, la mano que apretaba a la mía como si su vida dependiera de ello, la chica que esperaba que fuera de día nuevamente cuando de noche nos despedíamos… ya no está ahí ¿verdad? –expresó con una leve melancolía.
-Te diste cuenta –admití derrotada.
-Cuando quieres a una mujer puedes ser un tonto pero, a mi edad, hay cosas de las que te percatas naturalmente –dijo, intentando formar una media sonrisa.
-Yo soy la única tonta aquí –contesté de manera abrupta.
-No digas eso, era cuestión de tiempo.
-Cuestión de tiempo… ¿hm? –expresé, divagando en mis pensamientos.
¿Será que pensaba que mis sentimientos eran tan débiles como para ser olvidados por “cuestión de tiempo”? Eso no era cuestión de tiempo… lo que vivimos simplemente no podía ser borrado. Ciertamente mis sentimientos había cambiado pero escucharle decir eso era frustrante.
Al paso de un par de minutos de silencio, me encontré a mí misma realmente molesta. Sin creer todavía su comentario pensé en irme. Ya no había razón para seguir con esa farsa.
Sin saber cómo despedirme, mi cuerpo comenzó a denotar ansiedad a través de mis pies, los cuales se movían como si dieran comezón. Él se percató de ello, no era la primera vez que me veía así… él sabía que así era yo y, de igual manera, yo sabía cómo era él. ¿Cómo? pues que iba a buscar la manera de ignorarme y aparentar que todo estaba bien. Siempre fue así… siempre…
...hasta el día de hoy.
...hasta el día de hoy.
-¿Sabes algo? Antes solía arrepentirme de lo que hice hace seis años –dijo con tono firme, ante la pausa que había separado nuestros diálogos.
Me sorprendió un poco que esta vez, por primera vez, él fuera directo al grano. Ante su comentario un “Dímelo a mí” pasó por mi mente de inmediato.
-¿Por qué lo dices? –le pregunté, más curiosa que molesta. Había tirado de un hilo suelto, el cual iba a ser capaz de desmembrar todo el suéter…
-Al principio lo ignoré, pensé que todo iba a estar mejor con Clem y me aferré a eso, pensando en que no me querrías ver después de lo que te dije. Pasaron los años, terminé con Clem y todo lo que reprimí volvió a mí. El enorme silencio de mi habitación me puso a pensar en muchas cosas.
Me encontraba desconcertada ¿a dónde quería llegar?
-¿Cosas como…?
-El divorcio de mis padres, el fallecimiento de mi abuelo, la errada carrera que elegí para estudiar, el escandaloso color de la pared en mi sala y, por supuesto, tú…
Mi pulso pareció detenerse un instante ante la última palabra que sus labios habían pronunciado y sin pausa continuó.
-…pero decir que era tarde para pedir perdón era poco; una vez que se acabaron los pretextos para evitar preocuparme de lo que de verdad sucedía a mi alrededor, caí en un vicio asocial tremendo y mi mundo de fantasía se derrumbó. La felicidad que alguna vez construí, ya no era lo que quería.
- Y ¿Qué era lo que querías?
-No lo sabía, simplemente quería cambiar…–expresó confundido, agitando su cabeza levemente y luego enmendando lo anterior –no, lo que quería era regresar.
-¿Regresar?
-Pero para regresar, primero tenía que avanzar. Intenté de todo, terminando la carrera me fui a España unos meses, tomé un par de diplomados y traté de conocer nuevas personas, quise hacerme a la idea de que si encontraba algo mejor allá afuera, no tenía que entregarme al pasado de nuevo. Para mi desgracia, lo único que podía hacer en las ridículamente frías noches era retornar a tu recuerdo con la cola entre las patas. La casa era diferente, pero yo era el mismo. ¿Triste, huh?
-Para nada.
Solo eso pude responder, estábamos en el mismo barco después de todo.
-Pero eso no es todo. Tras los meses, mi estadía en España estaba acercándose cada vez más a su caducidad y día que pasaba, cajetilla nueva. Ahí fue cuando finalmente alguien me dio una solución coherente a mi problema. No puedo recordar las palabras exactas de esa persona, pero en esencia fueron así “Nada va a ser como antes, pero puedes hacer que lo que no te gusta del ayer cambie ahora. Tal vez no salgan las cosas como esperas, pero si haces lo que realmente quieres esta vez, te aseguro que no te arrepentirás” fue en ese momento cuando regresé a México y te encontré en el aeropuerto del Distrito. Esa fue mi más grande señal.
Sus palabras me habían dejado boquiabierta. Él era tan igual a mí, pero de la misma manera tan diferente. Él… él ya había resuelto lo que yo seguía tratando de entender. Increíble.
- ¿Es de verdad lo que me estás contando? –expresé sorprendida ante su confesión.
-Sí, es verdad –contestó sincero, mirándome directamente. Tal vez como nunca lo había hecho.
-Pensé que yo había sido la única que recordaba a cada rato como una idiota. Al final, no estábamos ni tan lejos ni tan solos…
-Pues no, pero de algo sirvieron estos años de soledad.
-¿Cómo de qué, según tú?
-Me di cuenta que ambos éramos demasiado inmaduros.
-Supongo que sí. Hemos cambiado bastante ¿no es cierto?
-Sí. Y lo necesitábamos… a costillas del amor que sentíamos el uno por el otro.
-Tú…
-Y lo que te he dicho es tan solo la superficie. Si me pusiera a hablar a detalle de lo que me sucedió en el tiempo después de la graduación del bachillerato, me tomaría una eternidad y media en desmenuzarlo de una manera en que lo entiendas.
-¿Tú crees? De verdad me gustaría escucharlo pues, pasar una eternidad y media a tu lado no me resulta una idea repulsiva.
-Si te quedas una eternidad y media a mi lado ¿Te enamorarás de mí otra vez? –contestó esperanzado, tomando mi mano con fuerza y posando su mirada entera sobre mí.
-No puedo decirte con certeza. Es difícil –dije con sinceridad –Cuando eres adulto, cuando has experimentado el dolor, la frustración, la obsesión y el abandono; cuando has experimentado el enamoramiento, la pasión, el placer, los excesos… una vez que has vivido todo eso, ya no puedes sentir el inocente amor de bachillerato. Lo que quedan son retazos de lo que alguna vez fueron los sentimientos de confusión y emoción verdaderos. Aun así, después de que ambos hemos pasado por este camino ¿Podremos vivir uno al lado del otro y amarnos tal y como se lee en las novelas?
-¿Por qué vivir como las novelas lo dictan si podemos hacer las cosas mucho mejor que eso?
-Puede ser, pero… Así como están las cosas, no va a funcionar –solté con pesimismo.
-¿Es así? A decir verdad, desde que nos volvimos a ver en el aeropuerto…
-Te has sentido asustado ¿Es correcto?
Asintió con la cabeza y después de un breve silencio preguntó:
-¿Cómo lo sabes?
-Porque así es como me he sentido yo también. No eres el único.
-Y yo que pensaba que estaba solo, heh. De verdad estoy aterrado de cometer un error nuevamente… de hacer las cosas igual que como fueron hace seis años y de esconderme de mis propios sentimientos…
-No te escondas, sigue siendo sincero conmigo.
-Pero… ser sincero me hará cometer errores ¿Me dejarás cometerlos?
-Todo lo que sé es que, mientras trabajemos juntos para enmendarlos, todo estará bien.
-Entonces ¿Tengo oportunidad para entrar una vez más?
-Y tú ¿Me aceptarás aunque no sea la Patricia que conociste hace seis años?
-Te aceptaría aunque fueses una Patricia de otra dimensión, anda.
-¿Cómo puedes ser tan simple y a la vez tan seductor? Eres un imbécil, Fabián.
-Tan imbécil que puedo dictar mis últimas palabras sin dudar más.
-¿De qué hablas?
-De que te amo, Patricia.
Mi pulso se detuvo por un instante que pareció más de una hora. La sorpresa me dejó tiesa como pan frío de supermercado y una serie de pensamientos atravesaron mi mente a la velocidad mach 20 sin calcular daños. Mi mundo estaba como si George Boolos, Raymond Smullyan y John McCarthy hubieran hecho este enredado complot en mi cerebro y me lo hubieran dejado como para ver qué tan rápido se podía cocinar como un pollo mi materia gris de tanto pensar.
Eso… eso era amor.
No era el amor de niños, no era el amor de pubertos sin experiencia, era el amor de adultos que todo el tiempo buscamos él y yo encontrar.
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