He aquí una parte más, no tengo mucho que decir, sólo disfruten!
Ahí estaba Marcos, el prepotente y “carismático” subjefe de clase y el segundo más inteligente después de Denisse por un 0.1 de promedio. Un mamarracho de primera forrado de dinero como él en una colonia como ésta ¿Por qué? No puedo dejar de pensar en que hay algo sospechoso, más por el hecho de que estaba platicando tan plácidamente con Denisse. Los observé detenidamente desde la entrada de mi patio trasero, donde no era fácil que me vieran y noté cómo aquélla sonrisa de felicidad que ella me había mostrado antes se dibujaba en su rostro nuevamente, pero con él. No podía escuchar lo que decían, pero parecía que apenada, le comentaba qué había sucedido hace poco en casa de los vecinos y trataba de ocultar su pecho mojado con la bolsa donde tenía sus cosas de la alberca. Parecía una mujer normal. Me desilusionó saber que lo de instantes atrás conmigo había sido algo que él podía tener sin esfuerzo alguno más que poner su carota de imbécil frente a ella y fanfarronear un poco.
No aguanté aquél ardor que emanaba mi pecho y recorría las venas que conectaban mi expresión disgustada y mis puños cerrados, por lo que impulsivamente decidí “sutilmente” pasar junto a ellos, saludar y meterme dentro de mi casa para que él me viera y, tal vez, pensara cosas.
-Hola, Marcos- saludé hipócritamente.
-Hola… ¿M--Miguel?- me miró desconcertado de una manera fingida.
-Manuel, Manuel Carballo- contesté, conteniendo mi ira.
-Oh, sí, Manuel. Bueno, Denisse, si gustas espero aquí afuera a que me prestes los apuntes de biología- dijo, ignorándome por completo.
-S—sí, claro que sí. Deja tomo un baño y te lo entrego en seguida.
Me sentí tan impotente e ignorado que quería arrancarle la cabeza y patearla fuertemente, pero tan solo me di la vuelta y guardé mi coraje hasta que regresé al patio de mi casa y descargué mi furia contra mi humilde balón de fútbol, el cual en mi mente lucía justo como su estúpida cara. ¡Es increíble! Me repetía a mí mismo sin saber qué era éste otro sentimiento extraño que sentía. Me di a mí mismo el día después de casi destrozar el balón y darme un profundo baño de agua tibia.
Al otro día me levanté con el clima fresco que emanaba la lluvia acompañada de una jaqueca increíble, no pude dormir bien en la madrugada, cortesía de los redundantes pensamientos acerca de Denisse y Marcos.
Era la una de la tarde y decidí que, por la lluvia, lo mejor que se podía hacer era navegar en internet. Lo primero que hice al encender la computadora fue acceder a Facebook y aburrirme, pero después simplemente pasó por mi mente ver pornografía. Al acceder al portal de google, la curia me mató y escribí: Bondage. Una serie de páginas aparecieron en mi pantalla, todas con títulos extravagantes (como siempre) e hice clic en una de las primeras, la cual decía en el encabezado “Girl in bondage video”. Al hacer clic en el link, me encontré con un video de una chica siendo amarrada y amordazada fuertemente, me atreveré a explicar con detalle qué clase de video fue y cómo es que al mirarlo no pude dejar de pensar que esa podría ser Denisse y yo pudiera ser aquél hombre que la amarraba.
Al principio del video aparecía una mujer la cual, en mi fantasía, se apreciaba como Denisse. Vestía una camisa blanca ceñida con un pañuelo color rojo en el cuello y una falda de secretaria acompañada de unas medias oscuras y zapatillas muy altas; al parecer se encontraba anotando cosas en una computadora cuando el aparente jefe, ahora con apariencia como la mía y vestido de camisa y pantalón de vestir, entró por la puerta exclamando cosas en inglés, por lo que pude lastimosamente descifrar que hablaba de que ella le había hecho un fraude o algo por el estilo (una historia muy simple e irrelevante en realidad) y rápidamente él se encimaba a ella y sacaba cinta adhesiva gruesa y transparente para no dejarla irse. Comenzó por quitarle su pañuelo rojo y metérselo en la boca (lo cual rellenaba muy bien sus mejillas) para que dejara de gritar, luego aplicó la cinta adhesiva y sin importarle, se la enredó alrededor de la cabeza e invadiendo el cabello. Después le envolvió las manos, los tobillos y las rodillas para que fuese difícil de escaparse. Salió de la habitación y volvió con muchas cuerdas en las manos. Posteriormente le amarró los codos, arriba y debajo de los senos, terminando con una cuerda apretándole la entrepierna a la cual él parece que llamó crotch rope. La secretaria en incontables veces trató de resistirse, pero la abrumadora fuerza del hombre la superaba. Cuando terminó con ello, le subió la falda por completo y desabotonó la camisa, dejando su ropa interior a la vista. Entre ella más se movía y gemía, yo me estremecía más. Estaba siendo torturada, pero a la vez sentía placer cuando la cuerda en su entrepierna se apretaba más o cuando él le tocaba los senos o las nalgas. Mi naturaleza no limitó mis ansias de tocarme, hasta que me di cuenta necesitaba ir al baño con urgencia.
Fue después de ese y otros videos más de lo mismo cuando me vino a la mente la idea de amarrar a Denisse en cuanto pudiera. Tomé mi móvil y comencé a escribir un mensaje de texto hacia ella muy directo y simple.
“Hola ¿Qué haces? Me preguntaba si podía ir a tu casa, tengo en mente algo interesante para ti”
Al paso de una breve espera, recibí respuesta:
“Ok, no me hagas esperar mucho”
Al leer eso, mi corazón no pudo latir más fuerte y de inmediato me dirigí a casa de la susodicha. Al primer toque de la puerta me abrió rápidamente y al ver que estaba mojado, me extendió una toalla pequeña. Luego me preguntó por el mensaje.
-¿Qué tienes para mí que me pueda concernir?- preguntó tajante.
-Qu—quería saber si podía...- dije yo con miedo de ser rechazado, pero con la frente en alto le miré a los ojos y continué- amarrarte otra vez.
-¿Era eso?- dijo y me miró con una ceja levantada.
-Sí- respondí, con las manos sudorosas.
-Lo hubieras dicho antes- contestó, luego de que se giró y subió las escaleras haciendo ademán de que la siguiera.
No podía creerlo, pero realmente ¡ella había accedido tan fácil! Me sentía aliviado y la sensación de apretón en el pecho se quedó como cicatriz bastante rato. Al entrar ambos en su habitación le pregunté primeramente por su madre:
-¿Y tu mamá?
-No está, como siempre. ¿Sabes hacer ataduras?
-No sé qué tan bien, pero puedo probar.
-Bueno, aprovechando que quieres seguir con lo de la vez pasada, quiero hacer hincapié en que esto no es un juego y que durante la sesión hay algunas palabras que actúan como reglas básicas: respeto, confianza y discreción. El respeto mutuo entre las dos partes, tanto de su cuerpo como de su integridad. Confianza para dejar en manos de uno la seguridad del otro y viceversa. Discreción ante las demás personas que ambos conozcamos acerca de éstas prácticas. ¿Alguna duda?
-Ninguna en absoluto.
-Bueno, entonces con éstas cuerdas quiero que me muestres qué tan bien puedes amarrar las manos.
-Okay, pon tus manos.
Ella las extendió hacia el frente, pero le pedí que mejor en la espalda (como observé en los videos). Comencé un poco nervioso, pero hice un trabajo decente. -Lo hiciste regular, lo apretaste mucho.
-¿Lo quito?
-Mejor continúa con los pies.
Al recibir su indicación, de inmediato continué con los pies.
-Te salió mejor ahora- dijo, probando las cuerdas- ahora—
-Te pondré algo en la boca- interrumpí, tomando el liderazgo.
-... Creo que podría ser incómodo- contestó ella. Pude observar que se encontraba un poco nerviosa.
-No te preocupes, seré gentil- respondí yo, tomando una de las mordazas de bola que había a un lado.
-N—no, está bien así- espetó, agitándose un poco.
-Anda- dije yo, acercándome a ella y poniendo la mordaza en su boca y apretándola firmemente- ¿Ves? Perfecta.
En respuesta ella intentó decir algo, pero fue inútil. Sin darme cuenta, mi pene ya se había levantado de nuevo y ella lo estaba viendo, con las mejillas enrojecidas.
-¡Lo siento!- exclamé avergonzado, tratando de esconder lo que sucedía.
Ella sólo movía la cabeza insinuando que no había problema. Cuando estuve a punto de desatarla para evitar llegar más lejos, un mensaje de texto llegó a su celular. Los ojos de Denisse se abrieron en sorpresa y comenzó a agitarse rápidamente para zafarse, aunque para su desgracia no pudo, por lo cual tomé el celular que se encontraba en la cama y leí el destinatario: Marcos.
“Estoy bien, ya terminé de rectificar apuntes ¿Cuándo paso a devolverlos?”
Cuando leí eso, la furia que una vez había reprimido volvió a tomar control. Arrojé el celular de vuelta a la cama y me acerqué a Denisse.
-¿Continuamos?
Denisse se veía un poco nerviosa acerca de ello, pero asintió. Con las manos casi temblando del coraje, tomé una bufanda en mis manos y le tapé los ojos a Denisse. Luego le amarré los codos y rodillas como también había visto en otro video. Comenzó a agitarse mucho y apenas pedir con balbuceos que le quitara las cosas, creo que había ido un poco lejos.
-ChicaErotiCursi*
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