Estoy muy emocionada por esta nueva parte de la historia, siento que esta vez pude poner un poquito más de mí, como si hubiera endulzado un poco las cosas. Fue divertido escribir todo el pedazo así que ¡disfruten mientras comen un poco de helado como yo!
A partir de que mi querido padre encontrara un poco de compasión por mí y mi rendimiento físico que disminuía día con día, una semana antes de terminar las vacaciones me ha dado mi merecido descanso con una paga razonable(después de echarle los ojos de perro hambriento a mi madre para que le convenciera). Valorando el dinero con lo que me queda de alma, el viernes de ésa semana he decidido inscribirme (a sugerencia de un amigo) en el gimnasio cerca de mi casa para comenzar a "definir" mi cuerpo.
Llegando al enorme gimnasio después de una larga caminata bajo el sol, no pude evitar detectar la fresca piscina techada e imaginariamente tirarme un clavado dentro. Al acercarme a la orilla, he visto una hermosa mujer salir del agua y agitar su largo cabello mojado. No pude evitar verle su esbelto y curvado cuerpo con unas nalgas bien paradas y piernas torneadas... justamente parecidas a las de alguien que conozco. Modelaba un traje de baño turquesa, de una pieza y con la espalda descubierta que le daba un aire reservado pero sexy a la vez. Para mi sorpresa al acercarme a ella, su mismísima cara me lo dijo todo: era Denisse.
-¡Oh! hola...- dijo ella sorprendida, mientras apenada tomó una toalla rápidamente y se envolvió por completo el cuerpo.
-Ho--hola, qué sorpresa- contesté yo, escondiendo la erección que iba a delatar mi emoción de verla- ¿n—no traes lentes… hoy?
-Son de contacto.
-¿No es peligroso usarlos en la alberca?- pregunté, tratando de no mirar su cuerpo.
-Regularmente uso protectores, pero hoy los olvidé. En fin, ¿Qué haces aquí?- dijo, mientras se sentaba en una silla.
-Vine a inscribirme a éste gimnasio- contesté orgulloso.
-Ya te diste cuenta que no le haces a los estudios y ahora entrarás al bodybuilding ¿verdad?
-Muy graciosa- contesté, al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa sarcástica-¿Y tú, qué haces aquí?
-Vengo a nadar aquí desde hace unos años. Ya es rutina, supongo.
-Oh…
Luego de que dijo eso, no pude evitar recordar lo bien que se veía su cuerpo al salir del agua y mis instintos atacaron otra vez. Tuve que irme y me despedí lejana y rápidamente de ella, lo que la dejó desconcertada. Una vez que terminé los preparativos de la inscripción, me la encontré de nuevo en la puerta de salida, usando como de costumbre su aburrida ropa; los inconfundibles lentes de pasta cuadrados, una camisa de manga corta color azul cielo, un capri holgado beige y unos zapatos del mismo color.
-Oh, hola de nuevo Deni ¿vas hacia tu casa?
-Es Denisse-respondió tajante como de costumbre.
-Cierto.
-Sí ¿tú también?
-Mhm- asentí, un poco nervioso- vamos.
El camino fue relativamente corto, aunque incómodo. Las manos me sudaban y mi mente estaba hecha un desastre, las palabras no venían a la mente como para sacar un tema de conversación adecuado al momento.
-Ya falta menos de una semana para terminar las vacaciones, ¿verdad?- dijo ella con una sonrisa en la cara.
-Así es, te ves aliviada.
-¡Já! Aliviada es poco. Tantas vacaciones se vuelven pesadas y no soporto estar mucho tiempo sin deberes.
-Muy al contrario de mí, no disfruto los deberes en absoluto. Prefiero salir con mis amigos o de paseo.
-Qué suerte que tú sí tienes con quién salir…- dijo un poco nostálgica.
-¿Qué hay de Carmen?- pregunté, pues regularmente pasan tiempo juntas en la escuela.
-Es diferente, desde que está enferma, no la veo más que en la escuela.
-Oh, eso no suena bien. Lo siento.
-Es innecesaria tu disculpa, pero supongo que gracias.
Su rostro mostró una tristeza distante, pero que pronto recuperó su brillo cuando estábamos a unos pasos de nuestras casas.
-Finalmente, el sol me está matando- dijo ella, frotándose la frente.
-Lo sé- contesté yo, casi jadeando del calor.
Instantes después, alcancé a ver que a Denisse le iba a caer un chorro enorme de agua justamente en la cara y grité “cuidado”, pero ya era demasiado tarde: los pequeños vecinos de enfrente habían rociado con el agua de manguera el cuerpo entero de Denisse. Su rostro sorprendido era tan hilarante que me reí a carcajadas sin pensarlo. Ella, al ver eso, corrió hacia los gemelos de 9 años y les quitó la manguera justo para rociarme de agua de la misma manera y así comenzar una batalla.
Cuando nos dimos cuenta, ya había pasado una hora y los 4 ya estábamos más que empapados y bañados en lodo del patio vecino. Cuando llegó la madre de los gemelos del supermercado, estaba muy enojada, y no paraba de gritar “¡¿Dónde carajos está su hermano Valentín?!” “¡Discúlpense con Denisse y Manuel! Pequeños sinvergüenzas” entre otras cosas. Denisse y yo sólo nos quedamos callados y antes de hacer más grande el conflicto nos fugamos al patio trasero de mi casa.
-¿Estás bien?- pregunté un poco consternado, pero a la vez feliz.
-Sí, eso creo ¡fue muy divertido!- dijo ella emocionada.
-¡Lo sé! Jamás te hubiera imaginado haciendo eso.
-Ni yo. No acostumbro hacer este tipo de cosas… Creo que un poco de espontaneidad no está mal de vez en cuando.
-Claro que no, siempre es justo un poco de diversión - contesté mientras, descansando, le miré inconscientemente su cuerpo mojado recargado en la pared de mi casa.
Debo admitir que al principio no pude evitar ver sus –no tan pequeños- pechos parados, pero luego vi algo más profundo: su cabello negro despeinado y sucio, la ropa que solía ser de color claro que ahora era completamente café y un zapato en la mano derecha. Todo eso que, más que verse mal, era bellamente natural. Nada como la estirada imagen regular que tenía de ella, lo cual me tenía embobado, loco, completamente perdido en ella: su sonrisa… su radiante sonrisa de alegría acompañada de unas enrojecidas mejillas y enormes ojos cafés que brillaban con la luz del sol. Todo eso para mí nada más.
-Denisse- dije yo, con el pulso acelerado y las palabras atrapadas en mi garganta a punto de reventar.
-¿Sí?- dijo ella, sin tener idea de lo que me iba a ser tan difícil confesar.
-Estoy… yo…mmm… no sé cómo decirlo.
-Dímelo rápido, recordé que tengo que hacer algo- dijo ella, mirando el reloj en su muñeca (tan anticuada).
-Nada, no era nada- dije yo, cobardemente.
-Dímelo- contestó seria y mirando justo dentro de mi alma.
-Que te ves graciosa llena de lodo- mentí, mientras mi cerebro se daba fuertes golpes en las paredes de mi cráneo.
-Ah, sí. Tú te ves igual de estúpido que siempre, tal vez ligeramente más que de costumbre. Nos vemos- se despidió, secamente.
La vi avanzar y yo, un poco distante, la observé irse hacia la calle donde, no imaginé que se encontraría con alguien tal vez más importante que yo.
Finalmente terminando éste pequeño pedazo, debo comentar que en el próximo encontraremos a un Manuel un poco más... ¿celoso? Incluso yo comenzaré a descubrir la parte de él que es posesivo, sin connotación negativa, claro.
-ChicaErotiCursi*
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