Orange Bow Tie

domingo, 13 de enero de 2013

Crónicas de una... amante del BDSM? parte 2


 Hasta aquí he logrado escribir por hoy. Enjoy bitches!

Era alrededor de la una de la mañana cuando despertó, un poco más sobria pero todavía entorpecida. Trató  de estirar su cuerpo, pero fue imposible. Su cuerpo todavía restringido yacía recostado en algo poco cómodo y de textura semi-áspera: un sillón barato. Su mirada todavía se encontraba limitada y su garganta restringida. Nada allí marchaba bien. Una serie de pensamientos perversos pasaron por su mente mientras trataba de deshacerse de las ataduras e imploraba ayuda a gritos sofocados. Todo fue tan rápido que no se lo creería si no fuera por la situación en la que se encontraba. Primero pensó en la integridad de su cuerpo, que al parecer seguía intacto y virgen; luego pensó en Bernardo y en lo mucho que lo extrañaba; luego pensó en sus padres furiosos y el gato que no había alimentado en todo el día. Todo se vino encima, pero no se podía dejar llevar, tenía que poder salir de allí ilesa (o viva).

-¿Ya estás despierta muñeca?- se escuchó desde una esquina de la habitación.

Samanta calló y cesó el movimiento.

-Oh, no dejes de moverte. Tal vez puedas salir de aquí si logras zafarte- dijo la peculiar voz de Jaime, seguido de una risa fingida y poco eufórica.
-hmmf- respondió furiosa.

Los pasos de Jaime se escucharon lentamente aproximarse hacia donde estaba Samanta, seguidos de una pregunta que Samanta identificó que no era para ella:

-¿Tienes hambre?
-Hmmm sí- respondió una voz diferente, que podría haber sido la del otro sujeto.
-Iré por unos tacos aquí con Doña Lupe, ¿quieres algo?
-Mhm, un par de tortas estarían bien.
-Bueno.
-También tráele algo a la niña.
-Sí, lo sé. No se nos vaya a morir el paquete.

"Paquete" resonó en el pensamiento de Samanta.

-No la dejes de supervisar en ningún momento Carlos, si tiene ganas de vomitar, que vomite. Si tiene ganas de orinar, que orine. Si tiene frío, cúbrela. Como última indicación: no la violes. Tal vez tarde un poco, así que te la encargo.

-¿Verás a Meg?
-No lo sé. En este momento no estoy muy bien con ella.
-Bueno, ve con cuidado.

Los pasos se alejaron de ella tal como se aproximaron y una puerta se azotó. ¿Quién es Meg?

-Solos por fin ¿eh?

Samanta no dijo nada.

-¿No hay palabras?

Ni palabras ni ruido. Samanta se quería morir. "Además tiene novia" pensó con rabia, mientras sus dientes mordían hostilmente la tela que le impedía hablar y sus ojos luchaban por no llorar. Pasaron severos minutos y repentinamente la venda que cubría sus ojos fue retirada. La primera cosa que vio no fue para nada agradable: el asqueroso rostro de "Carlos" muy próximo al suyo.

"Ugh, es horrible" pensó ella, mientras detallaba los barros y la grasa en el rostro de aquél y se alejaba bruscamente.

-Vaya que eres hermosa. Envidio al estúpido de Bernardo.

"¿Bernardo?" Una vez más se encontró a sí misma confundida, estos tipos sabían más de lo que ella se pudiese imaginar.

-Si yo fuera él ya te hubiera comido- dijo, mientras observaba las curvas de Samanta y comenzaba a acercar sus manos a sus pechos dudosamente- Jaime dijo que no te violara, pero no creo poder controlarme.

Aterrada, comenzó a moverse desesperada para poder zafar las cuerdas, lo cual fue completamente inútil.

-¿Tienes miedo? Si sólo te voy a tocar un poco, hermosa. Y será sólo entre tú y yo- susurró, guiñando un ojo.

Antes de que él se aproximase más, el tono de llamada de Samanta comenzó a sonar en la mesa de noche al lado del sillón y Carlos tomó el teléfono en sus manos. "Bernardo <3 a="" en="" era="" la="" leer="" lo="" p="" pantalla.="" pod="" que="" se="">
-Oportuno, le pediré permiso para tocarte. ¿Estará bien el altavoz?

Samanta empezó a gritar y a moverse enloquecida, en realidad no quería que Bernardo supiese que se encontraba en tal situación, y menos por su estupidez, pero también quería que la salvara de allí.

-¿Hola?
-¡¿Sam?! ¡¿Dónde está Sam?! ¡¿Quién ere...?!
-Oh wow, relájate vaquero, aquí junto está.
-¡Hmmmppphrrrrgh, hmmm, hmmfff!- exclamó Samanta, pero nadie le escuchó.
-¡Gracias al cielo! ¿Quién eres, perdón? Comunícame con ella por favor.
-¿No sabes quién soy Bernie? Después de seis años de conocernos ¿No reconoces mi voz?
-¿Que...? ¡¿Qué chingados haces con mi novia Carlos?!
-Ah, ya te acordaste ¿eh? Con gritos no se solucionan muchas cosas.
-Pásamela, A-H-O-R-A.
-Está un poco... indispuesta por el momento.
-¿Qué?
-Digamos que un poquito atada y amordazada.
-¡Explícame eso!
-Todavía no tenemos nuestra parte de lo de Nico, ya te habíamos dicho y, creemos que necesitas un poco de presión ¿No?
-¡Pero déjala a ella fuera de esto!
-Ah-ah, eso tienes que negociarlo con Jaime, ya sabes, que él se cree el jefe y todo eso.
-Sólo tú crees que él es el jefe.
-¿Quieres escucharla o no?
-Sí

Arrojó el teléfono junto a la cara de Samanta y le retiró la cinta adhesiva de manera brusca. Una abundante cantidad de saliva y el enorme trozo de tela brotaron de la boca de Samanta, callendo sobre el deportivo de Carlos. No le importó mucho.


-ChicaErotiCursi*

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