Hasta aquí he logrado escribir por hoy. Enjoy bitches!
-¿Ya estás despierta muñeca?- se escuchó desde una esquina de la habitación.
Samanta calló y cesó el movimiento.
-Oh, no dejes de moverte. Tal vez puedas salir de aquí si logras zafarte- dijo la peculiar voz de Jaime, seguido de una risa fingida y poco eufórica.
-hmmf- respondió furiosa.
Los pasos de Jaime se escucharon lentamente aproximarse hacia donde estaba Samanta, seguidos de una pregunta que Samanta identificó que no era para ella:
-¿Tienes hambre?
-Hmmm sí- respondió una voz diferente, que podría haber sido la del otro sujeto.
-Iré por unos tacos aquí con Doña Lupe, ¿quieres algo?
-Mhm, un par de tortas estarían bien.
-Bueno.
-También tráele algo a la niña.
-Sí, lo sé. No se nos vaya a morir el paquete.
"Paquete" resonó en el pensamiento de Samanta.
-No la dejes de supervisar en ningún momento Carlos, si tiene ganas de vomitar, que vomite. Si tiene ganas de orinar, que orine. Si tiene frío, cúbrela. Como última indicación: no la violes. Tal vez tarde un poco, así que te la encargo.
-¿Verás a Meg?
-No lo sé. En este momento no estoy muy bien con ella.
-Bueno, ve con cuidado.
Los pasos se alejaron de ella tal como se aproximaron y una puerta se azotó. ¿Quién es Meg?
-Solos por fin ¿eh?
Samanta no dijo nada.
-¿No hay palabras?
Ni palabras ni ruido. Samanta se quería morir. "Además tiene novia" pensó con rabia, mientras sus dientes mordían hostilmente la tela que le impedía hablar y sus ojos luchaban por no llorar. Pasaron severos minutos y repentinamente la venda que cubría sus ojos fue retirada. La primera cosa que vio no fue para nada agradable: el asqueroso rostro de "Carlos" muy próximo al suyo.
"Ugh, es horrible" pensó ella, mientras detallaba los barros y la grasa en el rostro de aquél y se alejaba bruscamente.
-Vaya que eres hermosa. Envidio al estúpido de Bernardo.
"¿Bernardo?" Una vez más se encontró a sí misma confundida, estos tipos sabían más de lo que ella se pudiese imaginar.
-Si yo fuera él ya te hubiera comido- dijo, mientras observaba las curvas de Samanta y comenzaba a acercar sus manos a sus pechos dudosamente- Jaime dijo que no te violara, pero no creo poder controlarme.
Aterrada, comenzó a moverse desesperada para poder zafar las cuerdas, lo cual fue completamente inútil.
-¿Tienes miedo? Si sólo te voy a tocar un poco, hermosa. Y será sólo entre tú y yo- susurró, guiñando un ojo.
Antes de que él se aproximase más, el tono de llamada de Samanta comenzó a sonar en la mesa de noche al lado del sillón y Carlos tomó el teléfono en sus manos. "Bernardo <3 a="" en="" era="" la="" leer="" lo="" p="" pantalla.="" pod="" que="" se="">
-Oportuno, le pediré permiso para tocarte. ¿Estará bien el altavoz?
Samanta empezó a gritar y a moverse enloquecida, en realidad no quería que Bernardo supiese que se encontraba en tal situación, y menos por su estupidez, pero también quería que la salvara de allí.
-¿Hola?
-¡¿Sam?! ¡¿Dónde está Sam?! ¡¿Quién ere...?!
-Oh wow, relájate vaquero, aquí junto está.
-¡Hmmmppphrrrrgh, hmmm, hmmfff!- exclamó Samanta, pero nadie le escuchó.
-¡Gracias al cielo! ¿Quién eres, perdón? Comunícame con ella por favor.
-¿No sabes quién soy Bernie? Después de seis años de conocernos ¿No reconoces mi voz?
-¿Que...? ¡¿Qué chingados haces con mi novia Carlos?!
-Ah, ya te acordaste ¿eh? Con gritos no se solucionan muchas cosas.
-Pásamela, A-H-O-R-A.
-Está un poco... indispuesta por el momento.
-¿Qué?
-Digamos que un poquito atada y amordazada.
-¡Explícame eso!
-Todavía no tenemos nuestra parte de lo de Nico, ya te habíamos dicho y, creemos que necesitas un poco de presión ¿No?
-¡Pero déjala a ella fuera de esto!
-Ah-ah, eso tienes que negociarlo con Jaime, ya sabes, que él se cree el jefe y todo eso.
-Sólo tú crees que él es el jefe.
-¿Quieres escucharla o no?
-Sí
Arrojó el teléfono junto a la cara de Samanta y le retiró la cinta adhesiva de manera brusca. Una abundante cantidad de saliva y el enorme trozo de tela brotaron de la boca de Samanta, callendo sobre el deportivo de Carlos. No le importó mucho.
-ChicaErotiCursi*
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