Buenas noches y bienvenidos a una entrega nueva de mi hermoso blog personal. Hoy traigo una "Carta a santa" con un toque y destinatario diferentes. Sí, ese aquél del trip a Morelia.
La verdad no sé cómo comenzar a escribir esto... La primera 'carta a Santa' fue algo que no premedité en absoluto, es más, ha sido de las cosas más impulsivas que he hecho en mi entera vida (no es cierto, he hecho peores xd). La segunda carta parecía ser más congruente, pero seguía careciendo de seriedad y asertividad. La última, bueno, debo decir que fue la más metódica, premeditada, calculada y absurda de todas. Sin embargo, fue la mejor. Ahora me encuentro en una situación algo grave en mi relación actual y no sé ni cómo se empieza... Ya. Hay muchas cosas que quiero decir pero... ¿Es necesario decirlas? Hay muchas cosas que no quiero decir pero ¿Es correcto guardarlas? Esas son las principales incógnitas que agobian mi sensatez y cordura el día de hoy y, por supuesto que han estado desgarrando mis entrañas con fiereza y agonía constantes.
Si ahorita comenzamos a hablar del susodicho, no se si acabe ahorita, pero al menos podría dar una descripción bastante detallada que pienso acortar en cierta medida para no hacerlo tedioso. ¿Gustan leer? Bienvenidos sean:
Conocí a G. a principios de Junio, a través del famoso videojuego LoL. En aquel tiempo yo acababa de terminar con un chico con el que salía de unos meses y G. había terminado con su novia de casi dos años. El tipo estaba por los suelos, deprimido era poco, estaba que se lo cargaba la chingada y como plus, su abuela-semi-mamá se había muerto el día de su cumpleaños (31 de mayo). Ambos un poco decaídos, encontramos compañía en el otro. A través de llamadas constantes por teléfono y Skype, logramos construir una 'relación' a la cual le quedaría mejor el nombre de 'house of cards' por la fragilidad y vulnerabilidad de su naturaleza cibernética. Desde Veracruz hasta Michoacán, el 6 de julio viajé nada más ni nada menos que unas 9 horas trasbordando autobuses uno tras otro hasta llegar a mi destino "Morelia, Michoacán". Con los brazos abiertos, el susodicho me recibió en su casa y aquella noche hubo un poquito más de la pasión desenfrenada que yo me esperaba. Dos semanas de hacer el amor como conejos y conocernos hasta lo que ni conocíamos de nosotros mismos. Nos amamos en aquel entonces, pero la cruda realidad llegó, las vacaciones acabaron y prometimos encontrarnos en noviembre de nuevo. Los primeros días después de regresar fueron una eterna agonía, extrañábamos tanto el calor del otro que nos desmoronábamos a pedazos. La relación no era tan fuerte después de todo. Mi computadora se averió, las llamadas telefónicas se volvieron agobiantes y mi periodo se atrasó más de una semana. Entre mi estrés de un posible embarazo y el comportamiento reciente de G. (Abuso de monster, mariguana, insomnio, depresión y migrañas) la 'house of cards' estaba a punto de derrumbarse. La falta de estabilidad nos cobró factura el 7 de agosto, día en que me hice la prueba de sangre (salió negativa) y día en que, sin yo saber, el brote psicótico de G. estaba en su máximo punto. Ese día peleamos. Al otro él simplemente desapareció. Me culpé a mí misma de su desaparición, aunque no tuve ninguna razón para hacerlo. Pensé que había muerto o algo... Yo, todavía ignorante de su padecimiento.
El 9 de septiembre recibí una llamada de él. Había estado un mes internado en un psiquiátrico por su estado mental y entre sollozos me pidió disculpas. Lo perdoné inmediatamente, de hecho, no estaba enojada, estaba preocupada. No había nada que perdonar.
Después de aquellos eventos, todo volvió a ser relativamente miel sobre hojuelas virtuales; aunque claro, con restricciones propias de su tratamiento contra la psicosis. Su madre me llamó un par de semanas después de que le dieran de alta y me puso 'al tanto' de la situación. Una mujer aparentemente inofensiva que sólo estaba preocupada por su hijo... Énfasis en el "aparentemente". Otra semana y media después, me habló alterada alegando que yo había inducido a su hijo a las drogas y que era mí culpa su padecimiento.... Cuando apenas teníamos un mes de conocernos.... Pero bueno, me peleé con la señora cómo debía ser. G. y yo pasamos una semana sin hablar debido a ello, puesto que su madre le restringió cualquier medio de comunicación que no fueran señales de fuego. Luego G. me contactó y pidió disculpas en nombre de su madre. Todo aparentemente se arregló.
Noviembre se avecinaba y la promesa de vernos otra vez en este mes se vio imposible de cumplir por todo esto que sucedió y mi visita se pospuso hasta diciembre. Empezando el mes, hemos empezado una nueva ola de peleas sin ningún sentido aparente, y es lo que estoy enfrentando ahora.
Ahora... Bueno ¿Qué puede ser peor que un novio en pleno brote psicótico? Un novio post-psicosis excesivamente 'clingy' con complejos acerca de su apariencia física y su valor como ser humano, que se emborracha a la par de sus padres (cada 2 o 3 días) y que no sabe lo que implica una verdadera relación a distancia. Y como cereza, les dejo que nunca quiere discutir NADA. Si ocurre un problema "no pasó, vamos a olvidarlo, exageras todo porque eres mujer".
Lo sé, no se le ve nada bueno al chavo, pero antes de que digan "Vaya pedazo de mierda, te está haciendo perder el tiempo" creo que muy en el fondo tiene algo positivo ¿No? Deseadme suerte, porque yo todavía no he encontrado ese 'algo' positivo para que no aseveren la afirmación antes mencionada.
Por hoy termina la sesión. Mañana, la carta.
-ChicaErotiCursi**
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